Sostenibilidad y resiliencia
Arquitectura regenerativa
Regenerativismo

Nuestra salud y la salud del planeta están estrechamente interconectadas, no hay salud en un planeta enfermo.
Y sin duda estamos dañando la salud del planeta sobrepasando límites de no retorno en los que los ecosistemas y la biodiversidad quedan dañados sin capacidad de recuperación.
El aire
Según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire es responsable de aproximadamente 7 millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo. Los contaminantes atmosféricos, como las partículas finas (PM2.5) y el dióxido de nitrógeno (NO2), afectan negativamente la salud respiratoria y cardiovascular, aumentando el riesgo de enfermedades como el asma o el cáncer de pulmón. Además, la exposición a largo plazo a la contaminación del aire puede tener efectos neurológicos y sobre el desarrollo infantil.
El agua
ONU Medio Ambiente estima que cada año se vierten en los océanos entre 8 y 12 millones de toneladas de plásticos con un impacto devastador en la contaminación del agua y los ecosistemas acuáticos. Los plásticos se degradan lentamente liberando sustancias tóxicas que para la vida marina y la salud humana. Además, la contaminación por microplásticos, provenientes de la degradación de tejidos, residuos cosméticos y de productos de limpieza, se acumulan en los ecosistemas acuáticos y son ingeridos por organismos marinos, algo que tiene consecuencias dañinas en la salud de la vida acuática y en la cadena alimentaria.
El suelo
De acuerdo con informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la contaminación del suelo representa una seria amenaza para la salud humana y el medio ambiente. Los suelos pueden ser contaminados por diversas actividades industriales, prácticas agrícolas inadecuadas, vertido de residuos tóxicos y derrames de sustancias peligrosas. Los contaminantes del suelo, como metales pesados, pesticidas y productos químicos tóxicos, son absorbidos por las plantas y entran en la cadena alimentaria, siendo absorbidos por los organismos de todos los seres vivos incluidos los humanos, con consecuencias negativas para la salud.
El regenerativismo
El término regenerativismo se empezó a utilizar originalmente en la práctica de la denominada agricultura regenerativa, una forma de cultivo que trata de evitar la sobreexplotación del suelo mediante el uso de fertilizantes y pesticidas y que aseguran la correcta rotación de cultivos para optimizar la producción de alimentos y la calidad de los cultivos respetando y cuidando la tierra que de esta forma, puede mantener su propia capacidad de regeneración de nutrientes y microorganismos. [1]
Y es que alterar el equilibrio del suelo, también tiene efectos sobre la calidad del aire. El uso de fertilizantes y pesticidas reduce la capacidad del suelo de regenerar sus microorganismos de forma natural, perdiendo a su vez la capacidad de absorción de CO2. Se calcula que los árboles fijan un 40% del carbono que absorben en el suelo gracias a la presencia de microorganismos.
Pero, además, un suelo dañado, sin presencia de microorganismos que lo mantengan “vivo” tiene mayores probabilidades de propiciar un proceso de desertificación, que se calcula se está produciendo ya en 2/3 del suelo fértil del planeta.
Por último, un suelo alterado con exceso de fertilizantes -naturales o químicos- así como con presencia de pesticidas es una de las principales fuentes de contaminación de las aguas subterráneas que representa una grave amenaza para la salud humana y de los seres vivos que la ingieren.
Es así como la alteración de los ecosistemas produce efectos interconectados que alteran el equilibrio de múltiples procesos necesarios para la vida y la salud en este planeta.
Es aquí donde aparece la necesidad de asegurar la regeneración natural de los procesos intrínsecos en el medioambiente evitando causar daños.
En esencia, ‘regenerativo’ hace referencia a un proceso o sistema que tiene la capacidad de restaurar, renovar o recuperar su estado original tras haber sido dañado o agotado.
Se trata de un proceso que ocurre de forma intrínseca en la naturaleza.
¿Qué es la arquitectura regenerativa?
El término arquitectura regenerativa fue acuñado por William McDonough y Michael Braungart en su libro Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things, publicado en 2002, el mayor exponente de la economía circular aplicada a la arquitectura. [2]
McDonough había publicado en el año 1992 los Principios de Hannover, un documento que propone la comprensión de nuestra interdependencia con la naturaleza y que se basa en la consideración de todos los aspectos del asentamiento humano, incluyendo la comunidad, la vivienda, la industria y el comercio, partiendo del reconocimiento de que todas nuestras acciones tienen un efecto sobre el equilibrio de la naturaleza y entendiendo la arquitectura como una extensión del lugar, la flora, la fauna y el ecosistema. [3]
McDonough propone crear edificios y entornos que no solo tengan un impacto neutro o reducido en el medio ambiente, sino que también sean positivos y regenerativos, mejorando la calidad del entorno en lugar de agotarlo.
Así, la arquitectura regenerativa se entiende como la práctica de involucrar al mundo natural como medio y generador de la arquitectura, tratando los edificios como parte de un sistema más grande que gestiona los recursos naturales, hídricos y energéticos que consumen los edificios a lo largo de su vida útil pero también la producción de sus materiales de construcción.
Diferencia entre la arquitectura regenerativa y arquitectura sostenible
En términos generales, la sostenibilidad hace referencia a la limitación del uso de los recursos, mientras que la regeneración los repone. Así, sustituir los principios de la arquitectura sostenible por los de la arquitectura regenerativa significa aplicar un pensamiento sistémico en el que los arquitectos dejan de ver los edificios como un recipiente en sí mismo para pasar a entenderse como un ecosistema cuyos procesos deben ser restaurados, apostando por un impacto neto positivo en vez de nulo.
La arquitectura regenerativa busca el respeto de la arquitectura en todas las fases de su ciclo de vida, incluyendo la integración de la vida cotidiana de sus usuarios en armonía con el resto de seres vivos y el medio ambiente. [4]
9 Principios de la arquitectura regenerativa
- Integración de la naturaleza
- Uso responsable del suelo
- Utilización de materiales naturales
- Uso consciente de recursos planetarios
- Gestión de recursos hídricos
- Alimentación sostenible
- Preservación de la salud
- Integración de la comunidad
- Generación de culturas regenerativas
1. Integración de la naturaleza
El primer principio de la arquitectura regenerativa es el diseño de construcciones que integren la naturaleza como elemento no solo dinamizador, sino también como vertebrador de las construcciones para satisfacer las necesidades de los usuarios e incluso mejorarlas respecto otros edificios.
Por lo tanto, el diseño de un edificio puede imitar la naturaleza a través de la biomimética, -término acuñado por la bióloga Janine M. Benyus- incorporando masa vegetal en el mismo, y apostar por el sentido de conexión con la naturaleza desde disciplinas como la biofilia y la neuroarquitectura.
La presencia de vegetación tiene la capacidad de absorber CO2; reducir el efecto de isla de calor al proporcionar sombra y moderar las temperaturas del aire exterior y de la superficie alrededor del edificio, una característica que trasladada a escala urbana resulta más que beneficiosa; purifica y filtra el aire de impurezas como la polución; regula la humedad del ambiente; el uso de suelo permeable en lugar de una superficie dura alrededor del edificio ayuda a moderar las temperaturas externas; y hace la función de amortiguador térmico en el caso de las cubiertas verdes; además de sus cualidades de mejora psicológica como la relajación y concentración. [5]
2. Uso responsable del suelo
Cuando hablamos del uso del suelo en arquitectura, no debemos confundirlo con su definición urbanística, sino que en términos climáticos el uso del suelo hace referencia a la utilización de la superficie de todos los terrenos en un lugar específico, en un tiempo y espacio determinados.
Este uso define las actividades humanas que están directamente relacionadas con la tierra, aprovechando sus recursos e inevitablemente teniendo un impacto en ellos.
Y es que, de manera implícita, tanto los entornos construidos como los campos y pastos, implican la modificación del entorno natural y la vida silvestre próxima. Hoy en día, alrededor del 70% de la superficie terrestre no helada está afectada de una forma u otra por las actividades humanas
La aproximación que propone la arquitectura regenerativa pasa por integrar edificios en el contexto circundante tanto biótico (elementos vivos de un ecosistema) como abiótico (elementos no vivos de un ecosistema como la luz, el aire, el agua o los minerales) y conservar los recursos materiales y de la tierra a través de su implantación optimizada, que respete las preexistencias vegetales y minerales, invada lo mínimo y respete la permeabilidad del espacio exterior. [6]
Aplicado a la arquitectura, se trata de soluciones que optimicen la ocupación de un edificio en el terreno, implantándose con respeto y permitiendo que los procesos naturales que se sucedían anteriormente se mantengan sin mayor impacto, permitiendo al agua de lluvia seguir su camino y ser absorbida por el terreno natural, a los organismos regenerarse, a los animales e insectos ocupar el entorno y respetar la presencia de vegetación existente integrándose con nuevas especies autóctonas.
3. Utilización de materiales naturales
Los materiales de construcción suponen el 11% de emisiones de carbono a nivel global, por lo que resulta imprescindible apostar por biomateriales de origen local y mínima transformación.
De hecho, a medida que los edificios se vuelvan cada vez más eficientes y dejen de consumir energía, las emisiones derivadas de la fase de producción de materiales toma cada vez mayor importancia y se hace patente la necesidad de reducir el impacto de los procesos de producción y puesta en obra de los materiales de construcción.
Además, aún construyendo con materiales de reducido impacto es necesario tener en cuenta la generación de ciclos cerrados en los que los materiales renovables y especialmente los no renovables pueden ser recuperados al final de su vida útil y reutilizados de forma indefinida. La industria debería evolucionar hacia la circularidad, implementando metodologías cradle to cradle -de la cuna a la cuna- que permitan recuperar los materiales utilizados al final de la vida útil para poder ser regenerados en otros usos u otras localizaciones sin mayor impacto ecológico.
Debemos avanzar hacia la concepción de que cualquier construcción puede ser entendida como un banco de materiales que pueda desensamblarse y convertirse de nuevo en materias primas para otro ciclo de producción.
La utilización de biomateriales, no solo tiene un impacto positivo en la salud del planeta y el uso de recursos finitos, sino que tiene un efecto mayor si cabe, en la salud de las personas. Es por ejemplo el caso de los aislamientos naturales en comparación con los derivados del plástico, que no solo tienen mejores prestaciones a nivel de transpirabilidad y regulación de la humedad, mejorando la calidad de los ambientes interiores sino que se trata de materiales que pueden recuperarse, reutilizarse o devolverse a la tierra al final de su vida útil, sin mayor impacto sobre el medioambiente. [7]
En general la utilización de materiales poco transformados, sin presencia de tóxicos, cuyas capas o componentes pueden ser fácilmente desmantelados y reutilizados o que al final de su vida útil pueden ser reintegrados en un ciclo productivo o bien degradados o devueltos a la tierra sin impacto ecológico son aquellos que cumplen con los criterios de la arquitectura regenerativa.
4. Uso consciente de recursos planetarios
La arquitectura regenerativa no aborda la eficiencia de las construcciones resultantes a través del uso desmesurado de tecnología y sistemas activos, sino que desde el momento en el que entiende la construcción en su interconexión con el ecosistema, apuesta por una reducción del uso de los recursos planetarios.
Esto implica diseñar con el clima y reducir la necesidad de compleja tecnología que emplea minerales raros y escasos con costosos procesos de transformación, que dificulta la degradación natural o la reintroducción a la naturaleza de estos recursos. Si llevamos a cabo estrategias bioclimáticas como orientar la implantación del edificio para aprovechar la captación solar y los vientos locales, reducimos la necesidad de aportes activos y consecuentemente el consumo de energía y recursos.
McDonough dice que los edificios deben ser como árboles y las ciudades como bosques, es decir que plantea un futuro con edificios capturadores de carbono, como si se tratara de un elemento más en un ecosistema natural. Y esto supone un cambio de paradigma radical. De hecho, dejamos de hablar de edificios consumidores para hablar de edificios productores, de oxígeno y energía a través de recursos energéticos locales y renovables extraídos del entorno inmediato, como la energía solar, la eólica, y la utilización de sistemas sencillos de elevada eficiencia para la producción de energía como la aerotermia o la geotermia. [8]
5. Gestión de recursos hídricos
En los últimos años se ha hecho evidente que existe un aumento de la escasez de agua dulce debido al proceso de sequía causado por el cambio climático. Sin embargo, esta misma emergencia en la que nos encontramos hace que, de repente, se produzcan lluvias torrenciales sobre la tierra árida incapaz de absorberlas, generando inundaciones con consecuencias catastróficas.
Es necesario tomar consciencia de la gravedad del problema del agua del mismo modo que ha ocurrido con las emisiones de carbono derivadas de los combustibles fósiles finitos. De hecho, la arquitectura regenerativa pone el foco en la gestión de los recursos hídricos, y esto pasa por clasificar los distintos tipos de aguas y distribuirla en distintas redes en función de sus usos. Cuestionar algunas asunciones recientes con poco más de un siglo de vigencia y que carecen completamente de sentido, como desechar las heces con agua potable o conducir el agua de lluvia al sistema de saneamiento público, es clave para iniciar un cambio de mentalidad y diseñar sistemas de gestión de recursos hídricos sostenibles no solo a nivel particular, también a nivel comunitario y de ciudad.
Resulta imprescindible la instalación de sistemas de almacenamiento de aguas pluviales, que además alivian la necesidad de drenaje en caso de fuertes precipitaciones, sobre todo en entornos urbanos.
El agua una vez utilizada se puede reaprovechar separándola entre los sistemas de aguas grises, amarillas y negras. Las aguas grises son aquellas que hemos usado en la ducha o el lavamanos y que con un sencillo tratamiento se pueden reaprovechar en cisternas de baños y riego. Para las aguas amarillas y negras, en la actualidad existen sistemas de tratamiento de aguas residuales de oxidación total que permiten emplearlas en el riego de jardines e incluso de huertos.
Además, siguiendo la lógica de ahorro de recursos, las aguas negras se pueden eliminar de la ecuación apostando por un wáter seco, que permite convertir estos desechos orgánicos en compost para enriquecer el suelo. [9]
6. Alimentación sostenible
Más allá de la integración de la naturaleza en la arquitectura regenerativa, es posible ir un paso más allá y entender uso del suelo desde un punto de vista productivo.
Nuestro estilo de vida tiene un elevado impacto en el medio ambiente, que se suma al consumo de los edificios en los que vivimos. Así, la arquitectura regenerativa entiende el conjunto desde un punto de vista holístico y plantea la auto sostenibilidad alimentaria.
Es decir, que en vez de ir al supermercado a comprar alimentos que han dado la vuelta al mundo, podemos diseñar jardines comestibles, alejándonos del modelo agrícola de monocultivo y apostando por prácticas como la permacultura, que combina especies distintas que se retroalimentan y mejoran la biodiversidad.
Las técnicas agrícolas regenerativas no solo restauran la tierra, sino que además resultan más eficientes al producir más comida por hectárea. Muchas proponen incluso una combinación de ganadería y agricultura, en una combinación simbiótica en la que los desechos de la primera alimentan la fertilidad del suelo. Con todo, resulta posible alcanzar a la auto sostenibilidad alimentaria en el propio terreno o a través del intercambio con una comunidad local.
Este cambio de paradigma implica además, replantear el modelo de consumo en el que comemos verduras de climas que no son propios como las frutas y hortalizas tropicales maduradas en los aviones que las transportan. [10]
7. Preservación de la salud
La arquitectura regenerativa pone el foco en las personas y de los seres vivos, partiendo de la premisa de que la salud de los usuarios está estrechamente ligada a la salud del medio ambiente.
Entender la interconexión con el planeta a nivel de salud significa entender que no somos la suma de unas partes que se puedan controlar, sino que la tierra y todas sus especies, incluyendo la nuestra, forman un sistema vivo y complejo que no funciona de manera lineal. [11]
Disponer de captación solar e iluminación natural, una buena ventilación, conseguir una temperatura de confort sin resecar en exceso el ambiente… son algunas de las pautas básicas que definen un espacio sano y que afectan directamente sobre nuestro bienestar no solo físico sino también psicológico o emocional.
8. Integración de la comunidad
El concepto de ecosistema interconectado del que nos habla la arquitectura regenerativa entiende la naturaleza intrínseca del ser humano de vivir en comunidad y plantea una arquitectura que aborde la necesidad de una red social que nos sostenga y a la que sostener.
La vivienda colaborativa y ecológica, con propuestas como el cohousing, son modelos que tratan de recuperar ese espacio entre lo privado y lo público, un espacio común que configura las relaciones entre las personas de cuidados y apoyo mutuo. Esto puede ser muy beneficioso ya que convierte la comunidad en una mucho más resiliente ante las adversidades y más eficiente al compartir producción energética, alimentaria o incluso medios de transporte. [12]
Ejemplos como las comunidades de cohousing en países centro y norte europeos ponen de manifiesto como la gestión del suelo por parte de la administración, propiciando modelos de cesión de uso que ocupan comunidades de viviendas ecológicas que comparten recursos, espacios y tierra de cultivo pero que también viven interconectadas dando soporte unos a otros, compartiendo vehículos y espacios y viviendo una vida comunitaria en armonía con el entorno, son casos paradigmáticos de cómo los humanos podemos mejorar nuestra calidad de vida a través del respeto mutuo y la cooperación.
9. Generación de culturas regenerativas
Todos los principios que hemos ido planteando pueden culminar en una nueva corriente vital que cuestione las necesidades de la sociedad dentro de la naturaleza y que se materialicen en culturas regenerativas.
El libro de Daniel Wahl Diseñando culturas regenerativas, recientemente publicado en castellano por la editorial Ecohabitar (2020) desarrolla este concepto a través de un análisis impactante y exhaustivo acerca de las deficiencias de nuestras sociedades, organizaciones, ideologías y culturas, y una propone cómo corregirlas a través de una visión holística e interdisciplinar para replantear las crisis que afrontamos actualmente y entender cómo podemos avanzar vitalmente hacia el futuro.
Cada cultura regenerativa deberá estar adaptada a las condiciones bioculturales únicas de cada lugar, por lo que es necesaria una transición desde los patrones de pensamiento y creencias a través de la educación y el diseño en procesos colectivos. Necesitamos plantear preguntas importantes sobre ‘por qué’ y ‘qué pasaría si…’ para redescubrir quiénes somos y por qué vale la pena asegurar la pervivencia de la especie humana.
Se trata de generar un discurso compartido lo suficientemente potente como para lograr comunidades resilientes que puedan resistir los desafíos naturales que ya están sucediendo y avanzar vitalmente hacia el futuro. [13]
BIBLIOGRAFÍA
- Documental Kiss the ground Rebecca Harrell Tickell, Josh Tickell, 2020
- Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things William McDonough y Michael Braungart, 2002
- Principios de Hannover William McDonough y Michael Braungart, 1992
- Shifting our Mental Model – “Sustainability” to “Regeneration” Reed, B, 2006
- Regenerative Design Techniques, Practical Applications in Landscape Design John Wiley & Sons, 2002
- Regenerative Architecture: A Pathway Beyond Sustainability University of Massachusetts Amherst, 2009
- Regenerative Design: Sustainable Design’s Coming Revolution Design Intelligence, 2001
- Regenerative Design for Sustainable Development John Wiley & Sons, 1994
- A Living Systems Approach to Design AIA National Convention, 2007
- Permaculture: principles and pathways beyond sustainability Holmgren Design Services, 2002
- Cities as Sustainable Ecosystems Peter Newman and Isabella Jennings, 2008
- Towards Sustainable Communities New Society, 1998
- Diseñando culturas regenerativas Daniel Christian Wahl, 2020