Salud y biohabitabilidad
10 FACTORES QUE DEFINEN UN ESPACIO SANO
espacios saludables

¿Afecta nuestro hogar de forma directa sobre nuestro bienestar?
Las personas hemos evolucionado en una vida en el exterior con condiciones de luz natural, aire limpio, temperatura fresca y humedad relativa ligeramente húmeda y es en estas condiciones en las que se garantiza nuestra salud.
Actualmente pasamos alrededor del 90% de nuestro tiempo en espacios interiores y a raíz de las crecientes dinámicas de teletrabajo, este tiempo se concentra aún más en nuestros hogares.
¿Qué condiciones debe cumplir un espacio para asegurar nuestra salud?
Disponer de captación solar e iluminación natural, una buena ventilación, conseguir una temperatura de confort sin resecar en exceso el ambiente son algunas de las pautas básicas que definen la calidad de nuestro ambiente interior y que afectan directamente sobre nuestro bienestar no solo físico sino también psicológico o emocional.
El diseño de espacios eficientes, sostenibles y sanos
Es importante distinguir entre los términos de eficiencia y sostenibilidad y salud de un espacio.
Un espacio eficiente es aquél que consigue reducir la demanda energética por medios naturales como pueden ser estrategias bioclimáticas:
En invierno captamos calor del sol, lo almacenamos en muros y no permitimos que se escape gracias a un buen aislamiento y estanqueidad.
En verano, evitamos el asoleo mediante protecciones naturales como lamas, porches, voladizos o pérgolas vegetales y generamos ventilaciones cruzadas que refresquen el ambiente de forma natural.
Una vez hemos reducido la demanda al mínimo generamos el resto mediante energías renovables y podremos afirmar que tenemos un espacio eficiente.
Sin embargo, si todas estas estrategias no se llevan a cabo con materiales naturales, de reducido impacto y huella ecológica y con mínimas emisiones de carbono, entonces podemos tener un espacio eficiente pero no será sostenible porque tendrá un elevado impacto ecológico.
Además, si queremos garantizar la salud de un espacio eficiente y sostenible, deberemos tener en cuenta una serie de factores partiendo de la utilización de materiales naturales y sanos, pero también de un diseño que asegure unas condiciones de ambiente interior que preserven nuestra salud, confort y bienestar.
¿Qué es un espacio saludable?
Veamos cada uno de los factores que definen la salud y el bienestar en un espacio.
Y es que es importante recordar que el único objetivo de un espacio construido es albergar vida y por ello, garantizar la salud y el bienestar de las personas que los ocupan deberían ser uno de los principales retos en todo proceso de diseño.
¿Pero, qué entendemos por salud de un espacio?
La salud está definida por la OMS como un estado de bienestar físico, mental y social.
Nosotros hemos determinado los 10 factores clave del diseño de un espacio sano para la vida que influyen en la salud física, mental y social. Estos son:
- Temperatura
- Humedad relativa
- Ventilación
- Calidad de aire
- Calidad de agua
- Ruido
- Iluminación
- Campos electromagnéticos
- Entorno natural
- Comunidad e interacción
10 FACTORES QUE DEFINEN UN ESPACIO SANO
1. TEMPERATURA
Buscar una temperatura de confort de entre 17 y 27 grados.
La sensación de confort viene determinada por múltiples factores que incluyen desde la edad, el sexo (los estudios demuestran que, en general, las mujeres tienen una sensación térmica un 30% inferior que los hombres) pero también de nuestra propia fisiología (capacidad de sudoración y transpiración) o la actividad que estamos realizando.
El calor excesivo. Reduce la capacidad de concentración y rendimiento, incrementa el pulso y genera somnolencia y malestar.
Por el contrario, la sensación de frío también reduce la capacidad de concentración al producir nerviosismo y ganas de moverse.
En general se considera que el margen de temperaturas en las que se produce una sensación “agradable” se sitúa entre 17 y 27 grados.
La temperatura de confort varía según el uso del espacio, no es lo mismo un espacio de estudio o trabajo que una zona de actividad como la cocina, una zona de aseo o un espacio de descanso.
Disponer de una temperatura adecuada es especialmente importante durante la noche cuando dormimos, que es cuando nuestro cuerpo aprovecha para regenerarse. Una temperatura baja de confort alrededor de 18 grados favorece la respiración profunda y permite un buen descanso.
El diseño de espacios que permitan captar calor solar, el buen aislamiento de muros, el uso de materiales con capacidad de acumulación calor, el control de las corrientes de aire o el uso de calefacciones saludables mediante radiación son aspectos básicos para asegurar el bienestar térmico de nuestro hogar.
2. HUMEDAD
Mantener la humedad relativa alrededor del 50%.
Los valores de humedad relativa óptimos para nuestra salud rondan entre el 40-60%.
Cuando el ambiente es demasiado seco, por debajo del 30% nuestras mucosas se resecan, reduciendo nuestras defensas y exponiendo a nuestro organismo a la entrada de virus y bacterias. Además, los ambientes secos propician la aparición de electroestática y el polvo en suspensión, asociado a la aparición de alergias.
Por el contrario, un exceso de humedad dificulta la respiración, causa sensación de fatiga y dificulta la evaporación natural de nuestro cuerpo. Además, una humedad excesiva propicia la aparición de moho y bacterias asociados a múltiples enfermedades respiratorias como asma, neumonía y alergias.
La realidad es que nuestros ambientes tienden a estar excesivamente secos debido al uso excesivo de calefacción o aire acondicionado, especialmente los sistemas por aire o convención (radiadores) reducen en exceso la humedad relativa del espacio.
Una humedad relativa por encima del 40% se ha demostrado que propicia el descanso profundo ya que reduce la apnea y mejora la calidad del sueño.
Para asegurar una humedad adecuada es necesario disponer de una buena ventilación constante ya sea por medios naturales o mecánicos.
3. RENOVACIÓN DE AIRE
Disponer de una buena ventilación que renueva aire y mejora bienestar.
La ventilación también está directamente relacionada con el confort térmico y es deseable especialmente en verano, y es que nuestra sensación de confort mejora en presencia de una corriente de aire.
La ventilación también es importante para asegurar la renovación de aire interior y evitar la acumulación de CO2 que emitimos las personas al respirar, así como otros contaminantes y tóxicos presentes en el hogar.
Las nuevas normativas de construcción cada vez tienden a exigir espacios más estancos y herméticos para asegurar la eficiencia energética, pero la hermeticidad va ligada a los nuevos requerimientos de asegurar una ventilación constante por medios mecánicos. Es decir, si nos olvidamos de abrir las ventanas, hay aparatos que activan una ventilación a partir de ciertos niveles de CO2.
El Código Técnico de Edificación (CTE), en su Documento Básico de Salubridad (DB-HS), recoge los requisitos establecidos por la legislación vigente vinculados a la calidad del aire interior.
En las casas más antiguas está en nuestras manos el ventilar lo suficiente para asegurar la calidad del aire interior. Una medida sencilla es disponer de un detector de CO2 cuyo uso se ha extendido a raíz de la pandemia del covid-19 y que nos permite detectar fácilmente cuando el aire interior se encuentra viciado.
Si tomamos de referencia el aire exterior que en 2022 tiene ya una concentración de 413 ppm de CO2, consideramos un aire interior viciado a partir de 800 ppm que sería el máximo para asegurar nuestro confort y salud en espacios interiores.
4. CALIDAD DE AIRE
Asegurar una adecuada calidad de aire libre de tóxicos y contaminantes.
Las fuentes de contaminación del aire de un ambiente pueden llegar:
Desde el interior:
- Acumulación de CO2 por mala ventilación.
- Humedad y moho.
- Materiales de construcción, acabados y mobiliario o tejidos que incorporan tóxicos y los emiten al ambiente (COV’s).
- De productos de limpieza.
- Derivados de la combustión (chimeneas, estufas, cocinas).
Desde el exterior:
- Del propio terreno (radón).
- Derivados de la combustión (humo, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, hidrocarburos (HAP), etc.
Es importante asegurar la renovación constante de aire ya sea de forma manual, generando ventilaciones cruzadas abriendo ventanas en fachadas opuestas de nuestra vivienda o mediante medios mecánicos como aireadores, ventilación forzada o, en casos excepcionales en los que no haya posibilidad de ventilar, mediante purificadores de aire.
5. CALIDAD DEL AGUA
Controlar la calidad de agua, sin contaminantes biológicos o químicos.
Si vivimos en el norte global podemos estar tranquilos de que el agua que llega a nuestras viviendas ha pasado controles de calidad en relación a parámetros microbiológicos y químicos.
Sin embargo, el agua se puede contaminar en el interior de nuestros edificios.
- Contaminantes biológicos (bacterias) – También existe riesgo en instalaciones de acumuladores térmicos de agua o pozos particulares que ambientes donde puede proliferar bacterias como la legionela y que suponen un riesgo cuando se pueda respirar el vapor como en su uso en duchas o riego de aspersión. Las más comunes son Legionella y E-coli.
- Contaminantes químicos. Durante el paso a través de las instalaciones, entre muchos otros, uno de los casos más comunes es cuando encontramos instalaciones antiguas de plomo, que es tóxico para los humanos y en espacial para los niños.
Por último, existe distintas durezas de agua en relación a los niveles de calcio y magnesio que contiene. La OMS no ha detectado evidencia suficiente para relacionar una elevada dureza con mayor riesgo para la salud.
6. NIVELES DE RUIDO
Mantener reducidos niveles de ruido.
El ruido que llega a nuestras viviendas puede venir de fuentes externas (tráfico, actividades comerciales, vecinos, fenómenos meteorológicos, etc.) o bien de fuentes internas como maquinaria y sistemas de ventilación o electrodomésticos.
La exposición constante al ruido no sólo genera alternaciones en el descanso y el sueño, sino que está relacionada con el incremento de riesgo cardiovascular y la debilitación del sistema inmunológico que está constantemente en alerta, especialmente relevante en niños en los que existe riesgo de alteración de conducta derivada de la contaminación acústica.
Nuestro entorno construido puede estar mejor o peor preparado para amortiguar estos ruidos, que dividimos entre ruido aéreo o de impacto.
- Cuando hablamos de ruido aéreo nos referimos al ruido que se transmite a través del aire, debido a un aislamiento acústico insuficiente. Se debe a la perturbación del aire de fuentes sonoras cuyo nivel de sonido es superior al de la vivienda. Un ejemplo de ruido aéreo puede ser escuchar el tráfico, vecinos, televisión, aparatos electrodomésticos, etc. Para protegernos del ruido aéreo utilizamos materiales que los absorban y reduzcan como aislamientos densos o vidrios de doble cámara.
- El ruido de impacto, en cambio, hace referencia al ruido causado por un golpe en un medio sólido y que se propaga a través de la estructura, habitualmente el forjado. Los ruidos de impacto más habituales son las pisadas provenientes de la planta superior. Estos ruidos se amortiguan con juntas en estructuras o bien con materiales flexibles.
Acostumbrarse al ruido no significa que no nos afecte negativamente a la salud. En el diseño de un espacio sano es fundamental plantear un buen sistema de aislamiento acústico, que tenga en cuenta los ruidos aéreos y de impacto para ser capaz de silenciarlos o, por lo menos, atenuarlos.
En España se recomienda como complemento reglamentario el Documento Básico de Protección frente al ruido (DB-HR) del CTE, así como las Normas UNE ISO, UNE EN y UNE.
7. ILUMINACIÓN
Disponer de una iluminación natural y artificial saludable.
La luz de sol es la fuente natural de calor, luz y energía por lo que un buen asoleo supone un ahorro energético en iluminación y en calefacción, pero también garantiza la salubridad del espacio ya que reduce la humedad previniendo la aparición de hongos y bacterias.
Por este motivo, la luz natural inalterada siempre será preferible a la luz artificial, que debe actuar como complemento a la luz natural, tratando de asemejarse lo máximo posible a ésta.
Así la elección de una luz artificial ha de asegurar una condiciones lumínicas y visuales correctas, capaces de contribuir al bienestar físico y mental de las personas según los siguientes criterios:
Tono o temperatura de la luz
La temperatura de la luz afecta al estado de ánimo y tiene una relación directa con la activación del cuerpo. Dependiendo del uso de la estancia a iluminar artificialmente, se escoge una tonalidad cálida u otra más fría:
- Las estancias vinculadas al descanso (habitaciones o sala de estar) deberán emitir tonos cálidos, con una temperatura de color igual o inferior a 3000ºK, de baja intensidad.
- En las estancias en las que se vayan a desarrollar actividades que requieran una mayor concentración (zonas de trabajo) la mejor opción será decantarse por luces más blancas y de mayor intensidad que se acerquen a los 4000ºK.
Índice de reproducción cromática
El índice de reproducción cromática (IRC) es la medida utilizada para indicar la capacidad de una fuente lumínica para reproducir los colores en relación a la luz natural del sol cuyo índice de referencia es 100.
Así el rango de IRC va del 0 al 100, siendo 100 la reproducción de color del sol. Actualmente, la tecnología LED en iluminación ha progresado mucho y es capaz de ofrecer los IRC más altos, comprendidos entre 80-89 y 90-100.
Es importante evitar:
- Luces LED parpadeantes – estresan inconscientemente el organismo y causan cansancio prematuro, capaz de debilitar al sistema inmunológico.
- Las lámparas de bajo consumo – contienen mercurio altamente tóxico.
8. CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA
Conseguir niveles reducidos de incidencia de campos electromagnéticos.
Uno de los factores que generan más incertidumbre en relación a la salud de nuestros hogares y espacios de trabajo es la contaminación electromagnética.
El electromagnetismo es una forma de radiación. Toda radiación transporta energía mediante ondas electromagnéticas o partículas subatómicas.
Si la energía transportada es suficiente para alterar los sistemas biológicos rompiendo enlaces entre moléculas y producir daños en las cédulas, la radiación se considera ionizante. Si la energía no es suficiente para romper dichos enlaces, se considera no ionizante.
La radiación ionizante puede provenir de ambas fuentes, ya sean electromagnéticas, como los rayos gamma o los rayos X, o producidas por partículas subatómicas como los rayos alfa o beta.
La radiación ha estado siempre presente en la superficie de la tierra: la luz solar, el campo magnético terrestre o la radiactividad presente en el subsuelo son algunas fuentes naturales y necesarias para la vida.
Sin embargo, en el siglo pasado empezaron a aparecer fuentes de radiación a través de campos electromagnéticos generados por el hombre que cada vez son más presentes y variados a raíz de la creciente demanda de tecnologías inalámbricas más potentes y rápidas.
Los denominados EMF (por sus siglas en inglés, Electromagnétic Fields) son una forma de radiación de energía no ionizante (NIR – Non Ionizing Radiation) que combina ondas eléctricas y magnéticas y que están hoy en día presentes en nuestro entorno a través de:
- Fuentes de baja frecuencia eléctricas o magnéticas como las líneas eléctricas o los electrodomésticos.
- Fuentes de alta frecuencia o radiofrecuencia como los radares, cocinas de inducción, los teléfonos móviles u otras redes inalámbricas.
Así, dentro del espectro electromagnético, cuando nos referimos a EMF, hablamos de todas las formas de electromagnetismo no ionizantes a excepción de la luz infrarroja, visible (luz solar) y ultravioleta.
A raíz de la constante exposición a radicaciones tanto en nuestro hogar como en nuestro entorno existe una creciente preocupación por conocer los niveles seguros de exposición a los distintos tipos de ondas electromagnéticas para garantizar un espacio sano.
Exposición a corrientes electromagnéticas
El cuerpo humano genera corrientes eléctricas como parte de las reacciones bioquímicas de su actividad diaria. Así, la exposición a EMF puede interferir en los procesos eléctricos del cuerpo humano en función de la frecuencia (oscilaciones por segundo) y magnitud.
A bajas frecuencias, las ondas electromagnéticas pueden atravesar los seres vivos, generando acumulación de carga eléctrica en los tejidos o corrientes magnéticas que fluyen del cuerpo.
Expuestos a altas frecuencias, los organismos pueden absorber la energía produciendo calentamiento de los tejidos subcutáneos.
CONCLUSIONES DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA sobre CAMPOS DE BAJA FRECUENCIA
Tras examinar resultados de estudios que analizan los efectos sobre la salud de la exposición a los campos CEM, evaluando desde enfermedades cardiovasculares hasta efectos sobre la reproducción o neurodegenerativos y tras sopesar la evidencia humana, animal y de laboratorio, la IARC (International Agency for Research on Cancer) clasifica los CEM de radiofrecuencia en el grupo de posibles agentes cancerígenos para los humanos, en particular, para los usuarios que acumulen mayor exposición a estas fuentes.
La evidencia científica se centra principalmente en el incremento de casos de leucemia infantil, para los demás tipos de cáncer en niños y adultos, así como otros tipos de exposiciones (es decir, campos estáticos y campos eléctricos) la evidencia se consideró insuficiente para determinar una clasificación debido a información científica inconsistente.
Por su parte, la OMS ha determinado los CEM (Campos Electromagnéticos) como un “riesgo emergente” dentro del grupo 2B “posiblemente cancerígeno”.
9. ENTORNO NATURAL
Vivir en un entorno natural y libre de contaminantes.
El ser humano necesita establecer una conexión directa con la naturaleza. Vivir en un entorno natural, libre de contaminación, donde se respira aire fresco en presencia de vegetación es fundamental para garantizar el confort y la salud.
La ONU asegura que en el 55% de la población global vive en entornos urbanos, estimando que para el 2050 esta cifre aumente al 68%. Ante esta situación de desvinculación alarmante a la naturaleza, es importante aclarar los beneficios del entorno natural sobre las personas:
- Mejora la salud, la tranquilidad y la productividad.
- Acelera la recuperación de enfermedades.
- Aumenta la concentración, la atención y la memoria.
- Disminuye los niveles de estrés y depresión.
- Mejora las relaciones interpersonales, mejor del comportamiento.
Asegurar y facilitar el acceso a la naturaleza en los entornos urbanos es un aspecto esencial para garantizar la salud y el bienestar. La biofília hace referencia a esta tendencia innata del ser humano a conectar con la vida y los entornos naturales.
Así, para generar espacios saludables, las viviendas han de reunir estos aspectos biofílicos:
- Integración respetuosa en el entorno natural – presencia de vegetación tanto en interior como en exterior, no alteración de la biodiversidad, integración del ciclo natural del agua en la vivienda.
- Sistemas constructivos y materiales naturales – escoger materiales de bajo impacto ecológico, baja emisión de carbono y gases invernadero, posibilidad en integrar materiales locales.
- Diseño bioclimático – aprovechar las condiciones favorables del clima, entrada de luz natural, renovación de aire no mecanizada, aporte de frescor natural gracias a la vegetación, etc.
10. COMUNIDAD E INTERACCIÓN HUMANA
Vivir en comunidad.
Somos seres interrelacionados entre nosotros, eso significa que establecer vínculos de interacción social es necesario para asegurar la salud y el bienestar.
El apoyo social es un componente fundamental para el desarrollo del bienestar. Los seres humanos tenemos tendencia a buscar la compañía de otras personas, especialmente en situaciones estresantes del día a día. Algunas investigaciones demuestran la capacidad de las relaciones personales a minimizar los efectos adversos de situaciones tensionantes, asegurando, al sociabilizar, las personas se encuentran en mejores condiciones psicológicas y físicas.
Las constantes transformaciones sociales de la actualidad provocan el debilitamiento de los vínculos sociales, repercutiendo directamente sobre la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas. La falta de interacción social también afecta a la salud mental – el aislamiento disminuye la oxitocina (conocida como la hormona de la felicidad) provocando una sensación de malestar prolongada.
Por lo tanto, la idea de crear comunidades, tal como ocurre en las viviendas cohousing, parece ser una respuesta directa a esta falta de interacción social que caracteriza a nuestra sociedad. El modelo cohousing, basado en la resiliencia social, en la colaboración y la convivencia, es capaz de reconectar a los seres humanos. La idea es crear un equilibrio entre el aspecto privado y el comunitario que permita potenciar los beneficios de la interacción entre personas. Se trata de un estilo de vida respetuoso con las personas, pero también con el medio ambiente.
ENCONTRAR EL EQUILIBRIO
El llevar un estilo de vida saludable, manteniéndonos activos, con ejercicio diario, en contacto directo con la naturaleza y las personas, llevando una alimentación saludable y una vida consciente en la que reservamos tiempo a nuestra salud emocional, son clave para conseguir un bienestar pleno.
Según la OMS, un entorno saludable se define como:
- Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no la simple ausencia de la enfermedad.
- Aquellos espacios que apoyan la salud y ofrecen a las personas protección frente a las amenazas, permitiéndolos ampliar sus capacidades y desarrollar autonomía respecto a la salud.