Sostenibilidad y resiliencia
Permacultura en el diseño de viviendas

En la búsqueda por un modelo de organización de nuestra sociedad de forma justa, estable y sostenible, la permacultura se presenta como una serie de principios que respetan y se integran en el ecosistema natural. En el post de hoy analizamos su viabilidad en el esquema urbano y en nuestra propia vivienda, os proponemos analizar la aplicación de la permacultura en el diseño de viviendas.
Y es que parece que hemos asumido que la lucha contra el cambio climático pasa por una redefinición de nuestra sociedad tal y como la conocemos, abandonando el modelo de consumo y buscando alternativas como la económica circular, el producto local, el residuo cero, las vivienda de consumo nulo… y toda una serie de términos que ahora suenan muy alternativos, pero que tendrán que pasar a ser la nueva normalidad si es que queremos seguir viviendo en este planeta de forma estable y no enfrentándonos a un cambio climático que amenaza nuestra supervivencia.
En los últimos años, estamos experimentando el despertar de una consciencia colectiva para hacer frente a la lucha contra el cambio climático. Cada vez más se está poniendo de manifiesto que la globalización cómo tal, entendida cómo el constante movimiento de personas y productos, no es sostenible. Se apuesta por la producción y consumo local y la creación de comunidades autosuficientes que generan su propia energía, recursos y gestionan sus propios residuos.
Ya sea a la escala de una pequeña asociación de vecinos como a la de una gran ciudad, la autosuficiencia Interdependiente se está postulando en los países más avanzados como camino hacia la sostenibilidad global.
Redefinición de la sociedad de consumo
La sociedad del consumo tal y como la conocemos parece anteponerse a conceptos básicos y necesarios como la autosuficiencia local, la vida en armonía con la naturaleza o la producción sostenible.
Sin embargo, el consumo es una actividad humana esencial, así que no se trata de pretender eliminarlo sino de redefinirlo reduciendo progresivamente el uso de recursos y energía necesarios.
Hablamos de satisfacer nuestras necesidades básicas dentro de los límites ecológicos, cambiando la competitividad por la cooperación y el ‘en contra’ por ‘a favor’ de la naturaleza.
Fruto de esta reflexión aparece la permacultura, un conjunto de prácticas que persiguen el objetivo de vivir en armonía plantas, animales y seres humanos, satisfaciendo las necesidades reales de todos ellos; entendiendo que la humanidad juega un papel mucho más modesto del que nos hace creer la pretensión antropocéntrica.
Responde a las dinámicas de adaptación que emplea la naturaleza y que el ser humano parece haber olvidado y nos habla de entornos sostenibles en todas sus dimensiones: social, económica y medioambiental.
La permacultura
La permacultura se remonta a los años 70, cuando David Holmgren acuñó el término proveniente de la unión de los conceptos ‘permanente’ (en el sentido de sostenible) y ‘agricultura’. Si bien el punto de partida inicial era la agricultura, con el tiempo se fue extendiendo la idea a la necesidad de ser aplicado a una mayor escala.
Lo cierto es que Holmgren ideó un esquema llamado La flor de la permacultura, donde se resaltan aquellos ámbitos clave necesarios para alcanzar una cultura de sustentabilidad. El esquema resulta tan completo y actual, que se parece indiscutiblemente a los Objetivos del Desarrollo Sostenible que la ONU marcó en 2015 para el año 2030. Una similitud significativa que corrobora que estamos hablando del desarrollo sostenible y sostenible en su máxima expresión y en beneficio de todas las partes.
Principios éticos de la permacultura
Para llevar a cabo tales ideas, Holmgren dictamina los llamados 3 principios éticos: cuidar la tierra, cuidar las personas y repartir los excedentes.
Cuidar la tierra:
la conservación del suelo, los bosques y el agua como necesarios para el desarrollo de todos los seres vivos.
Cuidar las personas:
implica la satisfacción de las necesidades humanas básicas de tipo social, ambiental, físico, espiritual… estableciendo relaciones de no explotación y solidaridad.
Repartir los excedentes:
destinar nuestros excedentes de tiempo, productos, dinero y energía al cuidado de otras personas y del medio que nos rodea, implica poner límites al consumo y a la contaminación – consecuencia de las necesidades creadas artificialmente fruto de estos excedentes. Reinvirtiéndolos en el sistema, conseguimos por un lado que no haya residuos y por el otro que haya una distribución justa.
Permacultura aplicada al diseño de ciudades
Antes de entrar en la aplicación de los principios de la permacultura en el diseño de viviendas, es interesante empezar viendo una escala mayor, es decir cómo pueden beneficiar a las ciudades actuales y futuras. Y es que, a día de hoy, las ciudades consumen entre el 60-80% de la energía global y emiten el 75% de las emisiones de carbono, por lo que representa el entorno decisivo en el que librar la batalla por la sostenibilidad.
El futuro de las ciudades
El futuro de las ciudades sigue siendo el de un crecimiento exponencial como el de las últimas décadas, llegando a una nueva unidad de medida: las Megaciudades. La ONU calcula que el 70% de los seres humanos habitarán centros urbanos en 2050.
Por ello, cada vez resulta más necesario plantear una simbiosis entre urbanismo y permacultura, para encontrar el equilibrio entre esta población masiva y la producción de alimentos. Y es que los alimentos y la comida desde siempre han diseñado el urbanismo de las ciudades, por lo que supone una herramienta mucho más poderosa de lo que pensamos. Poderosa y decisiva en nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza, respondiendo a la cuestión: ¿cómo alimentar una ciudad de varios millones de personas y estar en equilibrio con el medio ambiente?
Propuestas de permacultura urbana
Como venimos desarrollando, la mayoría de propuestas de permacultura urbana se centran acertadamente en el ámbito del consumo y la alimentación y cada vez van tomando más forma: primar el producto local y de temporada, evitar los productos sobre empaquetados, promover los huertos ecológicos y la agricultura orgánica… Algunas ideas se hacen posibles gracias a la colaboración público-privada, llegando incluso a reactivar la economía a través de la producción agroecológica o el llamado eco-turismo.
Otro ámbito es el de la movilidad sostenible, estrechamente ligado a la reducción de emisiones mediante la supresión del tránsito rodado y la consecuente pacificación de las ciudades, que mejora la vida de los usuarios en innumerables aspectos.
Finalmente, existe una necesidad urgente de cambio a nivel de gestión de residuos. Y es que no se trata del discurso del reciclaje al que estamos acostumbrados, la permacultura nos habla de ‘cerrar ciclos’, por lo que no deberían existir los deshechos. Desarrollamos este concepto ampliamente en el artículo Casa de residuo cero, dónde repasamos las famosas 5R. Sin embargo, existen muchas otras propuestas que defienden este principio: desde la economía circular a la ecoconcepción de los productos, pasando por la ecología industrial.
Permacultura aplicada al diseño de viviendas
Siguiendo con el método sistemático que ideó Holmgrem, después de los 3 principios éticos planteó 12 principios de diseño que pretendía que sirvieran de guía a la hora de generar sistemas sostenibles. Veamos cuáles eran y cómo podemos aplicar la permacultura en el diseño de viviendas:
Los 12 principios básicos de diseño
1. Observa e interactúa:
Tratando de mantener mente y ojos abiertos para acercarnos al máximo a una utópica ‘mirada neutra’, Holmgren nos habla de observar tomando como referencia la naturaleza y su sistema complejo de interrelaciones. Nuestra capacidad para identificar patrones tanto en la naturaleza como en nuestra naturaleza interior resulta clave para rediseñar un estilo de vida más natural.
En el campo de la arquitectura, es casi más significativa la parte previa a empezar a diseñar que el resultado final. Como mayor sea el análisis del entorno, las particularidades de los futuros usuarios y sus necesidades reales, mayor conocimiento tendremos para responder de la manera más eficiente y apropiada posible.
Podemos relacionar ampliamente esta idea con la arquitectura bioclimática, que ponemos en valor en el despacho, ya que es aquella que responde estrechamente a las particularidades del terreno y el clima, creando sistemas integrados que sean beneficiosos para los distintos ecosistemas (natural, social e interior).
Siguiendo la misma reflexión, la conexión con el usuario resulta primordial, entendiendo su estilo de vida mediante las visitas a su actual hogar e incluso divulgando sobre ciertas dinámicas susceptibles de ser mejoradas en aras siempre de reducir el consumo.
2. Captura y almacena recursos:
La naturaleza es experta en almacenar energía en cada uno de sus elementos. Sin embargo, los seres humanos parecemos haber olvidado esa capacidad en los últimos tiempos, acaparando y malgastando toda riqueza material sin ninguna mentalidad de continuidad. Si queremos durar y crecer como sistema vivo, debemos aprender a manejar nuestras reservas de energía.
Es cierto que este discurso interpela claramente el uso desmesurado de fuentes no renovables y pretende apostar por alternativas de energía sostenibles, como ha hecho la ‘fiebre verde’ de la arquitectura en los últimos años revalorizando energías como la solar, eólica, aerotermia y geotermia.
Pero la verdadera enseñanza está en ir más allá, en entregar la mejor arquitectura posible utilizando los recursos disponibles. Integrar los principios de la permacultura en el diseño de viviendas nos ayuda a tomar una mayor consciencia de la huella ecológica que lleva asociado cada uno de los elementos propuestos.
Captar y almacenar podría ser algo tan sencillo como captar sol y almacenarlo mediante muros de inercia térmica o a la inversa, captar el frío de la noche y almacenarlo en muros, protegiéndonos del sol durante el día.
3. Obtén un rendimiento:
Para obtener el mejor rendimiento debemos dejar de ser consumidores dependientes para ser productores responsables e independientes. La creación nos da poder y energía mientras que el consumo tan solo nos la quita. En nuestras sociedades urbanas, cada vez se produce una mayor desvinculación respecto nuestro consumo, prácticamente nadie cultiva sus propios alimentos, cose su propia ropa o repara sus electrodomésticos, en parte porque la sociedad de consumo así lo propicia, ¿cuántas veces es más barato comprar uno nuevo que coser o reparar el viejo? La gran escala, la producción en países subdesarrollados permite a las grandes empresas multinacionales conseguir que una camiseta sintética fabricada en China y transportada hasta España en barco sea más económica que una fabricada en una industria local con algodón orgánico.
Por ello, la autosuficiencia, llegando al extremo de ser capaces de desconectar nuestra vivienda de la red, será nuestro mayor aliado en el camino hacia la reducción de consumo de recursos.
El hecho de recoger agua de lluvia, generar la propia energía, cultivar los propios alimentos hacen que nuestra vivienda se convierta en un ecosistema rentable en el que no solo vivimos si no que generamos e incluso podemos intercambiar o vender los excedentes. De hecho la ley de autoconsumo eléctrico ya permite a varios vecinos compartir una instalación de generación fotovoltaica intercambiando energía cuando es necesario.
4. Aplica la autorregulación y acepta la retroalimentación:
La naturaleza, como buen ejemplo de sistema autoregulado, responde a lo que podríamos llamar una inteligencia de orden superior. Los ecosistemas se encargan de la supervivencia y salud de sus especies, retroalimentándose en un equilibro perfecto entre la autonomía de las partes y los controles de orden mayor.
Como bien venimos diciendo a lo largo de artículo, la sociedad humana parece o haber perdido esta capacidad o simplemente no tener la voluntad de pensar en las repercusiones negativas de sus actos. Si bien todas estas consecuencias no resultan visibles inmediatamente, lo cual empieza a ser muy dudoso, debemos hacer el esfuerzo de pensar a largo término y entender la responsabilidad que nos corresponde.
Dejemos de ver la expansión tecnológica como máxima evolutiva y abracemos los aspectos autorreguladores intrínsecos de la cultura humana, también en el terreno arquitectónico aplicando la permacultura en el diseño de viviendas. Éste no solo deberá responder al presente, sino repensar futuras respuestas negativas del diseño y evitarlas.
5. Usa y valora los servicios y recursos renovables:
Tanto la energía que hace crecer un bosque como la que nos da vida a nosotros viene de fuentes totalmente renovables. Sin embargo, la actividad humana se alimenta mayormente hoy en día de fuentes no renovables, finitas, caras y contaminantes. Además, estas fuentes no renovables acrecientan nuestra percepción de distancia con la naturaleza.
Así pues, la revalorización de los recursos que tenemos a nuestra disposición nos hace menos consumidores para convertirnos en creadores. La aplicación de conceptos de permacultura en el diseño de viviendas aboga por reincorporar sistemas y materiales propios de la arquitectura vernácula que olvidamos. No solo energías renovables que ya hemos mencionado, sino materiales como el adobe, el corcho, la paja, el bambú y la madera de bosques sostenibles.
6. Deja de producir residuos:
Si explicamos la sostenibilidad como la capacidad de no dejar un impacto negativo en el planeta, la reducción de residuos se convierte en un camino imprescindible. Sin embargo, por el momento el impacto generado es tal que igual debemos pensar en aportar un impacto positivo hasta alcanzar un punto de equilibrio.
Así, resulta muy fácil malgastar cuando estamos en abundancia, pero, trasladando este debate al terreno arquitectónico, ¿qué haríamos si no tuviéramos almacenes repletos de materiales de construcción para levantar nuestros proyectos?
De hecho, si vamos más allá, podríamos llegar a diseñar a partir de las dimensiones estándar de los materiales para evitar la merma.
7. Diseño de los patrones a los detalles:
Se pueden detectar patrones en la naturaleza que puedan utilizarse luego como pilares del diseño, incluyendo los detalles a medida que avanzamos en el proceso creativo. Pueden ser desde patrones estructurales (olas, ramificaciones…) a patrones de comportamiento (manadas, familias…) o patrones que moldean nuestro espíritu. Para explicar este principio, Holmgren pone el ejemplo de las telarañas: cada una de ellas es única, sin embargo, el patrón geométrico de los anillos en espiral es universal.
Centrándonos en el diseño arquitectónico, comprobamos que no hace falta reinventar la rueda cada vez, sino que existen esquemas que ya funcionan en los que basarnos como base sólida desde la que desarrollar y adaptar al entorno/usuario concreto. De hecho, la arquitectura tradicional responde a métodos ampliamente mejorados a través de la prueba-error a lo largo del tiempo, partiendo de la interdependencia inherente de la naturaleza. Difícilmente podremos competir desarrollando esquemas nuevos, pero podemos adaptarlos a métodos u condiciones modernas.
8. Integrar más que segregar:
El todo es más que la suma de sus partes, las conexiones entre los elementos son más importantes que los elementos en sí. Una colmena es un buen ejemplo de múltiples organismos trabajando juntos, de manera similar a las familias extendidas tradicionales con 3 generaciones viviendo juntas. Sin embargo, a lo largo del tiempo nos hemos convertido en una sociedad moderna excesivamente individualista.
En el ámbito del diseño arquitectónico esta reflexión parece estar cada vez más presente. Los procesos de co-creación consisten en la generación de mecanismos que estimulen la integración de los distintos usuarios en una toma de decisiones.
Otras experiencias son el cohousing o las comunidades ecológicas de vivienda, en la que un colectivo es capaz de sumar recursos y repensar ideas de manera conjunta hasta construir una nueva forma de vida en comunidad. Un ejemplo que destacamos en el blog son los cohousing sénior, en los que se demuestra que convertir en comunes ciertos servicios que antes eran privados supone una mayor eficiencia.
9. Usa soluciones lentas y pequeñas:
Para generar y fortalecer sistemas vivos sostenibles debemos aprender a escuchar y respetar los ritmos naturales e intervenir en la escala óptima. Los sistemas lentos y pequeños son más fáciles de mantener que los grandes y rápidos, hacen un mejor uso de los recursos locales y producen resultados duraderos. A pesar de esta certeza, la humanidad parece seguir criterios de gigantismo, masificación, culto a la velocidad, a la inmediatez, etc.
En este punto aparece el concepto de mantenimiento, un tema más relevante en el terreno de la arquitectura al ser la construcción una importante fuente de emisión y residuos globales. Como más grande es un edificio, más recursos y procesos se requieren para preservarlo y evitar su deterioro. Por ello, deberíamos valorar la rehabilitación como opción a priorizar, frente a la fiebre del ladrillo (o mejor dicho del hormigón) en la que se ve sumida nuestra sociedad.
En todo caso, edificios más pequeños también resultan más fáciles de calefactar (por lo que son más eficientes energéticamente) y nos permiten repensar si realmente necesitamos tal exceso de espacio de baja calidad.
10. Usa y valora la diversidad:
Si bien existen muchas evidencias científicas de que la diversidad de individuos, poblaciones, edades, culturas… son factores que contribuyen a la estabilidad en los sistemas naturales y humanos, el sistema socio-político tiende constantemente hacia la uniformidad. Por otro lado, aunque muchas ciudades contienen realmente diversidad, compartimentarla en guetos aislados impidiendo las relaciones entre las distintas partes tampoco aporta ninguna estabilidad.
Ante un futuro incierto y cambiante, Holmgren valora la diversidad y su capacidad de reducir la vulnerabilidad frente a una variedad de posibles amenazas.
Integrar la permacultura en el diseño de viviendas consiste en reflejar la especificidad de cada propuesta, lo cual supone un ‘seguro’ contra las variaciones de nuestro entorno. Lo cierto es que si todas las casas fueran iguales tendríamos un problema, puesto que querría decir que no están respondiendo correctamente a los distintos contextos. La realidad es que en nuestro país existen numerosos ejemplos de promociones urbanísticas que responden poco o nada a su entorno, y debemos luchar contra esta estandarización y anonimato en todos los campos.
11. Busca los bordes y valora lo marginal:
Los bordes se consideran fuera de la norma puesto que solemos tener una mirada centralizadora del mundo, pasa en las ciudades pero también a escala global entre países. En estos espacios intermedios es donde ocurren los eventos más interesantes, con mayor dinamismo y riqueza, los más diversos y productivos en el sistema. Generalmente, surgen como una serie de situaciones espontáneas que en la mayoría de los casos son correctas al surgir naturalmente, sin presiones ni estereotipos.
Por ejemplo, es la membrana celular la que ‘piensa’ y no su núcleo, regulando la entrada de información del entorno y moldeando así nuestros comportamientos. Debemos empezar a apreciar las innumerables fronteras de nuestra vida.
Lamentablemente, que todo el mundo haga algo no significa que sea lo correcto, y la permacultura es un buen ejemplo de alternativa a la narrativa dominante: nos invita a no quedarnos con lo establecido, jugando el juego que la sociedad espera de nosotros, y dar una oportunidad a lo que escapa la norma.
De esta misma forma debería plantearse el diseño arquitectónico, evitando ideas y modas preconcebidas que nos restrinjan el acercamiento a los márgenes, porque fácilmente se puede obviar el ‘punto clave’ de un proyecto.
12. Usa y responde creativamente al cambio:
Ciertas sabidurías orientales tienen claro que el cambio es lo único real y no tiene por qué implicar connotaciones negativas. De hecho, las transformaciones radicales forman parte de la tradición de la naturaleza, como buen ejemplo es el paso de la vida a la no-vida.
Podemos generar un impacto positivo sobre el cambio inevitable observando cuidadosamente, y luego interviniendo en el momento adecuado. Holmgren sostiene que la visión no es ver las cosas como son, sino imaginar cómo serán. Si realmente estamos convencidos de un cambio, debemos dejar de hacer una proyección lineal de la realidad existente hacia el futuro. No se trata solo de luchar contra la realidad existente, sino de construir un nuevo modelo que vuelva obsoleto el modelo actual.
A nivel arquitectónico, a lo largo del artículo hemos ido desgranando cómo el hecho de aplicar los principios de la permacultura en el diseño de viviendas nos permite tomar consciencia que los futuros edificios levantados hoy conformarán el contexto del mañana, por lo que es necesario adelantarse a lo que vendrá proyectando un futuro realmente distinto: el mejor futuro posible.