Salud y biohabitabilidad

LOS COV EN CONSTRUCCIÓN

COMPUESTOS ORGÁNICOS VOLÁTILES

Entre los contaminantes presentes en nuestros ambientes interiores destacan los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV), una definición que agrupa distintos conjuntos de partículas químicas emanadas por materiales de construcción, revestimientos, pinturas y otros elementos como mobiliario, tejidos o productos de limpieza que quedan presentes en el ambiente o superficies y que pueden corresponder a distintas clases de químicos.
Publicado el 14 junio 2023
Los compuestos orgánicos volátiles en ambientes interiores

Según la OMS -Organización Mundial de la Salud- la calidad del aire de los espacios interiores se reconoce como un importante factor de riesgo para la salud humana. [1]

Y es que las personas pasamos alrededor del 90% en espacios interiores, ya sea en casa, en el trabajo o en espacios de ocio o recreo y estos espacios no solo acumulan contaminantes provenientes del exterior, sino que pueden disponer de un ambiente interior inadecuado o de fuentes de emisión de contaminantes.

Entre los contaminantes presentes en nuestros ambientes interiores destacan los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV), una definición que agrupa distintos conjuntos de partículas químicas emanadas por materiales de construcción, revestimientos, pinturas y otros elementos como mobiliario, tejidos o productos de limpieza que quedan presentes en el ambiente o superficies y que pueden corresponder a distintas clases de químicos.

CALIDAD AMBIENTAL DE LOS ESPACIOS INTERIORES

 

Los estudios calculan que las personas de los países desarrollados pasan alrededor del 58% y 78% del tiempo en espacios domésticos o de trabajo [2] y es por este motivo que la calidad ambiental de estos espacios, al que están constantemente expuestos los usuarios, se convierte en un factor sumamente importante en términos de salud y bienestar.

La norma UNE 171330:2008 define como Calidad Ambiental en Interiores como las condiciones ambientales de un espacio cerrado adecuadas al usuario y a la actividad que realiza, definidas por los niveles de contaminación química, microbiológica y por los valores de los factores físicos. [3]

La temperatura, la humedad, el electroclima y la calidad del aire son factores que influyen en la calidad ambiental de un espacio, siendo este último uno de los más importantes.

Acorde con estos datos, la norma (UNE 171330:2008) se centra en la medición de valores de los agentes perjudiciales que deterioran la calidad del aire. Entre los más habituales encontramos el monóxido de carbono (CO), el dióxido de azufre (SO2), las partículas en suspensión, el amianto, el ozono, los hongos y bacterias, los productos de uso doméstico, los óxidos de nitrógeno (NOx), el radón y los compuestos orgánicos volátiles (COV).

Los componentes orgánicos volátiles son un grupo de componentes tóxicos que contribuyen notablemente al deterioro de la calidad del aire. Las nuevas normativas de construcción que tienden a la hermeticidad de espacios y la presión de promotores y constructores para conseguir la progresiva reducción de costes y tiempos de construcción que derivan en el uso de materiales sintéticos, altamente transformados que incorporan una elevada cantidad de químicos en sus procesos de fabricación.  Todo ello ha dado lugar a concentraciones elevadas de COV en los espacios interiores.

La procedencia más habitual de estos contaminantes son los productos derivados de la combustión, los materiales de construcción y decoración y los productos utilizados en actividades cotidianas como la limpieza. Por lo tanto, este tipo de componentes están presentes de manera continua en la vida de las personas, afectando negativamente sobre su salud.

Las concentraciones elevadas de COV pueden repercutir en la salud de las personas a corto y largo plazo, causando desde irritaciones o reacciones alérgicas hasta trastornos y lesiones graves como el síndrome de Sensibilidad Química Múltiple. [4]

Además, los COV también tienen efectos adversos a nivel medioambiental ya que contribuyen a la alteración de la distribución y los niveles de ozono ―gas que actúa como depurador del aire y filtro de los rayos ultravioletas―, afectando a la atmosfera terrestre ya que se propicia el calentamiento global.

Para asegurar una construcción sana y libre de compuestos orgánicos volátiles, en primer lugar, debemos conocer qué son exactamente, sus familias y su procedencia. Además de tener presentes sus efectos negativos en la vida de las personas y el planeta.

En segundo lugar, existe una legislación vigente entorno los COV, así que debemos tener constancia de las normativas respecto las concentraciones de compuestos orgánicos volátiles, puede ayudar a tener una noción para una construcción sin tóxicos.

Finalmente, comprender cuáles son exactamente las fuentes de emisión de COV en construcción y cómo podemos distinguirlas mediante las certificaciones ecológicas, puede fomentar una construcción más salubre para las personas y menos agresiva con el medio ambiente.

 

¿QUÉ SON LOS COV’S?

 

Definición de COV

 

Los Compuestos Orgánicos Volátiles son sustancias químicas que como su nombre indica, se caracterizan por tener una base química de carbono (componente constante de las sustancias orgánicas) y por su gran volatilidad. Es decir, son sustancias que se presentan en estado gaseoso en el ambiente, o bien, en caso de que se presenten en estado líquido, tienden a evaporarse a temperatura ambiente.

Los compuestos orgánicos se pueden clasificar por su punto de ebullición y se consideran volátiles aquellos cuya temperatura de ebullición se encuentra entre 50 ºC y 260 ºC.

Además, a partir de la temperatura de ebullición, la OMS ha establecido otras tres categorías:

Si el punto de ebullición es inferior al anterior, entre 0 ºC y 100 ºC, se denominan muy volátiles (COMV); si es superior, entre 240 y 400 ºC, se consideran semi-volátiles (COSV) y finalmente, si es aún más elevado, pasan a calificarse como compuestos orgánicos asociados a partículas (COAP).

 

Composición de los COV

 

Los COV suelen estar formados por una cadena de átomos con un número de carbonos inferior a doce, combinados con átomos de otros elementos como oxígeno, flúor, cloro, bromo, azufre, nitrógeno o hidrógeno. [5]

 

Familias de COV

 

El término COV agrupa a una gran cantidad de tipos de compuestos químicos, los cuales se pueden agrupar en familias según esta composición. [6]

 

– Hidrocarburos entre los cuales destacan los alcanos, alquenos y aromáticos.

– Acetatos / aldehídos como formaldehído, acetaldehído, acroleína.

– Cetonas como la acetona.

– Ácidos libres como el ácido fórmico y el ácido acético.

– Alcoholes como el metanol.

– Éteres y ésteres.

– Terpenos.

 

La familia de los hidrocarburos, es decir los compuestos orgánicos formados a partir de carbono e hidrógeno, es la más abundante. Algunos de los gases resultantes de estas combinaciones son metano, tolueno, n-butano, i-pentano, etano, benceno, n-pentano, propano y etileno.

Entre los gases mencionados anteriormente cabe destacar que algunos se caracterizan por ser extremadamente peligrosos para la salud como el benceno. Mientras que otros como el metano pueden causar impactos significativos en el medio ambiente, ya que contribuye en la destrucción de la capa de ozono.

 

Los compuestos orgánicos volátiles en ambientes interiores

 

Orígenes de COV

 

Los compuestos orgánicos volátiles pueden tener un origen biogénico (natural) o bien antropogénico (humano). Los COV de origen natural serian aquellos liberados por las plantas mientras que los de origen humano son todos los procedentes de las actividades industriales y vehiculares.

A escala global, las emisiones de COV originadas por la vegetación, como las especies de hoja caduca que son las principales emisoras de hidrocarburos, representan más del 87% de las emisiones totales a la atmosfera. Sin embargo, estas emisiones biogénicas se dispersan en áreas mayores, a diferencia de las emisiones antropogénicas que se concentran en áreas industriales y urbanas, motivo por el cual tienen un impacto mayor en la salud. [7]

Las actividades industriales como la quema de combustible (gasolina, madera, carbón o gas natural) y el uso de vehículos representan gran parte de las emisiones antropogénicas de COV al aire exterior. No obstante, la presencia de COV al aire de ambientes interiores también es elevada. Las nuevas construcciones y los edificios recientemente remodelados incluyen productos como resinas, barnices, pinturas, disolventes, productos para el tratamiento de muebles, moquetas, alfombras y otros empleados de manera habitual que debido a su composición emiten compuestos orgánicos que se volatilizan en el aire interior de viviendas y espacios donde trabajamos. [8]

EFECTOS DE LOS COV SOBRE LA SALUD

 

La presencia de compuestos orgánicos volátiles empeora tanto la calidad del aire exterior como la calidad del aire de ambientes interiores. Sin embargo, según la investigación de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, los niveles de una docena de contaminantes orgánicos más comunes son entre dos y cinco veces más altos en ambientes interiores que en exteriores, independientemente de si las construcciones se encuentran en zonas rurales o urbanas.

En este sentido, la exposición constante a los COV en ambientes interiores representa un riesgo real y perjudicial para la salud y bienestar de las personas. Es más, según la OMS, la mala calidad del aire interior representa un 4’1% del total de las muertes mundiales. [9]

Por otro lado, también son contaminantes del aire exterior ya que son destructores del ozono y precursores del ozono a nivel de suelo, dado que en combinación con unas determinadas circunstancias climatológicas y unos concretos contaminantes dan lugar a una contaminación atmosférica conocida como «smog» (de smoke: humo y fog: niebla) [10]. Por consiguiente, se puede decir que no solo generan problemáticas atacando directamente a la capa de ozono, sino que también actúan indirectamente como contaminantes secundarios.

 

Efectos de los COV sobre la salud de las personas

 

Como bien se ha dicho, el principal efecto de la presencia de compuestos orgánicos volátiles en ambientes interiores es la contaminación del aire que respiran las personas que ocupan ese espacio. La corrupción del aire interior contribuye en el Síndrome del Edificio Enfermo, el cual, según la OMS, afecta entre un 10% y un 30% de los ocupantes de un 30% de los edificios actuales.

Definición Síndrome del Edificio Enfermo

 

“Conjunto de molestias y enfermedades originadas o estimuladas por la mala ventilación, la descompensación de temperaturas, las cargas iónicas y electromagnéticas, las partículas en suspensión, los gases y vapores de origen químico y los bioaerosoles, entre otros agentes causales identificados, que produce, en al menos un 20% de los ocupantes, síntomas inespecíficos, sin que sus causas estén perfectamente definidas”. [11]

 

Los daños pueden variar en función de la naturaleza de cada compuesto y del grado y período de exposición. Asimismo, también pueden variar tanto a nivel físico como cognitivo.

 

Una exposición durante un período corto de tiempo puede tener las siguientes consecuencias [10,12,13]: 

–  Irritación de los ojos y las vías respiratorias

– Dolor de cabeza

– Mareo

– Trastornos visuales

– Fatiga

– Pérdida de coordinación

– Reacciones alérgicas de la piel

– Náuseas

– Trastornos de la memoria

 

Mientras que una exposición durante un período largo de tiempo puede repercutir mucho más gravemente en el organismo de las personas, hasta al punto de ser la causante de [10,12,13]:

– Lesiones del hígado y los riñones

– Alteraciones en el sistema nervioso central

 

Incluso, estudios realizados por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), posicionan algunos COV, tales como el formaldehído, como cancerígenos. [14] Además de considerar algunos otros como el benceno y el butadieno como agentes inductores de leucemia (OMS, 2000).

 

Efectos de los COV sobre el medio ambiente

 

Por otro lado, el estudio de los COV resulta de especial importancia debido a que dichos contaminantes juegan un papel importante en muchos de los problemas medioambientales actuales [10].

 

– Agotamiento del ozono estratosférico.

Muchos COV liberan compuestos desencadenantes de la destrucción de la capa de ozono de la estratosfera.

 

– Formación de ozono troposférico.

La reacción de COV con otros contaminantes, óxidos de nitrógeno y luz solar resulta en ozono a nivel troposférico, es decir, a nivel de suelo. Esto da lugar al fenómeno mencionado previamente conocido como smog. Existen dos tipos de smog: el industrial, provocado por la quema de grandes cantidades de combustible en industrias y que se presenta como una niebla gris, y el fotoquímico, provocado por las reacciones entre luz solar y óxidos de nitrógeno y que se presenta como una niebla rojiza.

 

– Potenciación del efecto invernadero global.

El planeta, que se calienta por una parte de la radiación solar, emite radiación infrarroja, es decir, una radiación de una gran longitud de onda que no forma parte del espectro visible. Estas radiaciones infrarrojas se caracterizan por sus efectos térmicos y gracias a los gases de efecto invernadero son reemitidas a la superficie, dando lugar a una atmosfera cálida con una temperatura adecuada para la vida humana.

Ahora bien, el problema surge cuando por motivos antropogénicos, existe una acumulación de gases invernadero a la superficie, por ejemplo, los COV, que tienen esta capacidad de absorber parte de la radiación infrarroja y, por lo tanto, potencian el efecto invernadero y producen un sobrecalentamiento de la atmosfera.

Existen otros compuestos orgánicos volátiles que no presentan esta capacidad de absorción, aunque de todos modos sí que pueden modificar las distribuciones globales de otros gases que la tienen.

 

– Acumulación y persistencia en el ambiente.

Algunos compuestos que tienen un peso molecular muy elevado acaban convirtiéndose en persistentes, de modo que contribuyen en los tres fenómenos citados como la potenciación del efecto invernadero global, la formación de ozono troposférico y la destrucción del ozono estratosférico.

LEGISLACIÓN VIGENTE CON RELACIÓN A LOS COV

 

La legislación asociada en términos medioambientales se ha desarrollado en la misma dirección, pero en dos sentidos. Por una parte, se ha establecido entorno la Química Verde, y, por otra parte, se ha basado en la eliminación de residuos una vez ya producidos.

La Química Verde nace a partir del concepto de Desarrollo Sostenible, que se entiende como una manera de progresar sin perjudicar la salud del planeta ni las futuras generaciones. Así, esta tiene como objetivo principal desarrollar productos y procesos químicos nuevos o mejorar los existentes para disminuir el peligro a la salud humana y al medio ambiente. En otras palabras, busca eliminar el problema de raíz.

Ahora bien, la mayor parte de la reglamentación que existe entorno la calidad ambiental está orientada en el segundo de los sentidos. No obstante, cabe destacar que existe una cierta ausencia de regulación en lo que se refiere concretamente a la calidad del aire interior en edificaciones de uso residencial, educativo o sanitario. En consecuencia, esto supone una agravación de la situación y un mayor riesgo para las personas que ocupan esos espacios.

La reglamentación abarca tan solo una parte del problema mediante la limitación de emisiones de algunos productos o actividades, ratios mínimas de ventilación y valores límite de exposición exclusivamente para algunas de estas sustancias y en ámbitos específicos. Además, el cumplimiento de los valores límite establecidos por las Directivas Europeas de Calidad del Aire o el CTE no garantiza la salud de las personas, ya que en muchas ocasiones son menos exigentes que los valores que fija la OMS en sus guías de calidad del aire. [15]

 

– Normativas relativas a la limitación de las emisiones de COV a nivel de Europa y España

Vista la importante influencia de los compuestos orgánicos volátiles en la vida de las personas y del medioambiente, el 11 de marzo de 1999 el Consejo de la Unión Europea aprobó la primera normativa relativa a la limitación de las emisiones de COV debidas al uso de disolventes orgánicos en determinadas actividades e instalaciones.

La Directiva 1999/13/CE [16] se marcó el objetivo de prevenir o reducir los efectos directos o indirectos de las emisiones de compuestos orgánicos volátiles al medio ambiente, principalmente a la atmósfera, y los riesgos potenciales para la salud humana.

En España, esta directiva fue traspuesta por el Ministerio de Medio Ambiente, como el Real Decreto 117/2003 [17], de 31 de enero de 2003. Este presenta las obligaciones aplicables a la instalaciones existentes y requisitos para las nuevas.

 

–  Más adelante, el 21 de abril de 2004 se aprobó la Directiva 2004/42/CE [18] del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la limitación de las emisiones de COV debidas al uso de disolventes orgánicos en determinadas pinturas y barnices y en los productos de renovación del acabado de vehículos. Esta supuso una modificación de la Directiva del 1999 y la transposición a nivel español mediante el Real Decreto 227/2006 [19], del 24 de febrero de 2006. Este implanta una serie de requisitos exigibles para la comercialización de productos emisores de compuestos orgánicos. Así como limita el contenido máximo de COV en su composición. Además, impone la obligación de llevar una etiqueta indicando el tipo de producto y el contenido máximo de COV.

Las normativas mencionadas son de una gran complejidad técnica, aunque, al fin y al cabo, el objetivo principal es el de regular y tener un control de las emisiones de COV de aquellos productos que generan más emisiones y son más utilizados (ejemplo: disolventes) con el fin de mejorar la calidad del ambiente y de vida de las personas. Para ello, establecen un cumplimiento de ciertas obligaciones tanto en las instalaciones nuevas como para las ya existentes. También, establecen unos valores límite de emisión y unas pautas de medición de compuestos orgánicos volátiles.

Por otro lado, en la misma línea contra la contaminación surgió en España, dentro del Ministerio del Medio Ambiente, un grupo con el objetivo de elaborar «La Estrategia Temática Española de Calidad del Aire» que consistía en desarrollar una estrategia integrada a largo plazo que permita proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos de la contaminación atmosférica. Entre las prioridades del programa destacaron dos aspectos: las partículas de diámetro inferior a 2,5 micras y los valores límite de los óxidos de nitrógeno (NOx) y de los compuestos orgánicos volátiles (COV). [10]

El objetivo se materializó con Reglamento REACH (Reglamento para el Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de productos químicos). El reglamento propuso que cada industria química tenía que realizar ensayos y evaluaciones de riesgos para todas las sustancias producidas e importadas, hecho esencial para prevenir riesgos y gestionar residuos contaminantes. [10,20]

Recientemente, también se ha publicado el Plan Estratégico de Salud y Medioambiente 2022 -2026 [21], el cual trata de abordar los factores de riesgo ambiental más relevantes y profundiza en el impacto que tienen en la salud. Así es como el Plan incluye en las áreas temáticas de Contaminación Industrial y Calidad de ambientes interiores, puntos dedicados especialmente al estudio de los COV en contaminantes industriales y en productos y disolventes de uso doméstico. [21]

 

 

Concentraciones de COV

 

En general, en los países desarrollados, lógicamente, se observan concentraciones de COV superiores de acuerdo con una mayor presencia de la industria, los vehículos y la construcción.

En España, los principales problemas son similares a otros países europeos y las zonas donde existen los mayores niveles de contaminación son áreas industriales concretas y, en especial, las grandes ciudades donde las emisiones del tráfico de vehículos son las principales responsables de las emisiones de COV.

Los parámetros de temperatura, humedad, ventilación y tipos de actividad desarrollada también influyen en las concentraciones de COV.

 

Límites de COV

 

Los límites que establecen las normativas, tal como se ha mencionado, hacen referencia a situaciones o productos muy concretos. Además, dependen de cada compuesto específico. De este modo no se ha establecido ninguna limitación que pueda usarse generalizadamente.

Un caso concreto es el presentado por la Directiva 2004/42/CE, el cual impone un valor máximo de concentración de COV en pinturas y barnices que varía entre 30 y 750g/l según el tipo de acabado y que exige su etiquetado. [15]

CONSTRUCCIÓN LIBRE DE COV

 

Una construcción sana se trata de una construcción libre de contaminantes, en la que el aire interior sea de calidad y no un factor de riesgo para los usuarios. Así mismo, la construcción debe ser libre de COV.

Por ello, debemos tener en cuenta, en primer lugar, cuáles son las principales fuentes emisoras de origen antropogénico, ya que son estas las más influyentes en construcción.

En segundo lugar y teniendo presentes estas fuentes emisoras, se puede saber cuáles son las emisiones que genera un producto mediante las Fichas de Datos de Seguridad, las cuales son de entrega obligatoria des de la normativa europea establecida el 2006.

Sin embargo, estas fichas solo deben incluir la presencia de esas sustancias que su concentración supera los límites legales establecidos, por lo que cada vez es más frecuente que los fabricantes entreguen la Declaración completa de componentes a los consumidores. Estas son conocidas como las Declaraciones Ambientales de Producto, DAP (EPD en inglés, siglas de Environmental Product Declaration) y en el caso que un producto estuviera relacionado con la emisión de COV, estas declaraciones deberían incluir información sobre ello.

 

 

DAP

 

Una Declaración Ambiental de Producto [22] se trata de un tipo de documento que no establece preferencias ni requisitos mínimos, simplemente da información de manera transparente sobre datos objetivos, comparables y verificados por terceros sobre el rendimiento ambiental de los productos des de una perspectiva de ciclo de vida (ACV).

Las DAP son consideradas etiquetas ecológicas no obligatorias que constan de una descripción del producto que incluye los datos técnicos y de un análisis con su respectivo resultado de las etapas del ciclo de vida; es decir, des de la fabricación del producto, a la construcción y uso hasta la gestión de residuos.

Toda Declaración Ambiental de Producto se adapta y analiza en cada caso aquellos factores más relevantes del producto en cuestión. Aunque todas se desarrollan siguiendo una metodología regulada por la norma EN 15804 y los estándar ISO (ISO 14025, ISO 21930, ISO 15804). De modo que existen unos parámetros e indicadores entorno los que se desarrollan.

 

Los indicadores de impacto ambiental que se tienen en cuenta en el análisis de una DAP son:

– Potencial de calentamiento global (Global Warming Potential, GWP)

– Potencial de acidificación (Acidification potential, AP)

– Potencial de eutrofización (Eutrophication potential, EP)

– Potencial de formación fotoquímica d’ozono (Photochemical ozone creation potential, POCP)

– Potencial de agotamiento del ozono (Ozone depletion potential, ODP)

 

En este sentido, se puede ver que uno de los factores clave en los que se basan las DAP, concretamente la formación de ozono fotoquímico, está directamente relacionado con los efectos de los compuestos orgánicos volátiles en el aire.  De modo que es frecuente encontrar información sobre COV, ya que forman parte de la misma unidad de medida utilizada para este indicador.

Además, en aquellos casos en que se sabe de antemano que los COV juegan un papel importante, como sería el de unas pinturas de interior, además del medidor del POCP, también se puede encontrar información específica sobre contenido de COV.

Paralelamente, existen otros muchos tipos de certificaciones en edificación, como el LEED o el WELL Standard en Estados Unidos, el BREEM en Inglaterra o el VERDE en España, que constan de puntos específicos entorno la calidad del aire interior. Aunque tales certificados solo abarcan de manera general la presencia de COV y a nivel general del edificio.

 

Fuentes de COV en construcción

 

En entornos urbanos, las emisiones de COV son principalmente de origen antropogénico y están constituidas por una mezcla compleja de residuos del tráfico, de la industria, los disolventes, la combustión de desechos y otras fuentes, como los materiales de construcción. Sin embargo, los COV emitidos por plantas y árboles también contribuyen a la mezcla de los COV urbanos. Ahora bien, el tiempo de vida en la atmosfera de estos últimos es muy inferior, de modo que el impacto también es menor. [12]

En las últimas décadas, las emisiones de COV por el tráfico eran las que tenían un mayor impacto debido a las grandes cantidades de compuestos que emitían. No obstante, estas han disminuido notoriamente en muchas ciudades gracias a la tecnología de los convertidores catalíticos y a la sustitución del combustible diésel por otros combustibles más limpios como el gas de petróleo licuado (GPL) o el gas natural comprimido (GNC), o alternativas que no contienen combustibles fósiles como la energía eléctrica. [23]

Por consiguiente, otras fuentes de COV están emergiendo con relativa importancia. De hecho, actualmente se estima que los productos químicos, entre los cuales se pueden encontrar barnices y pinturas, componen la mitad de las emisiones de COV en los Europa y en Estados Unidos de América.

Por este motivo, cada vez es más importante tener en cuenta los agentes emisores de COV ajenos a los vehículos, y abarcar campos como el de los COV en construcción.

 

 

Fuentes de emisión de COV en espacios exteriores

 

La emisión de COV originada por la construcción en espacios exteriores se debe, principalmente, a los procesos de obtención de materias primas y de fabricación (industrias de la construcción), a las actividades que realizan los trabajadores en obra haciendo uso de diversos productos y a la pavimentación de asfalto.

En el primer caso, se trata de una actividad industrial, de modo que se utilizan combustibles la quema de los cuales puede dar lugar a emisiones de COV. Estas se tratan de emisiones puntuales por lo que son fácilmente controlables y medibles.

Por otra parte, durante una obra en construcción también puede haber la presencia de los COV. La pulverización de pintura o el uso de disolventes durante el proceso de construcción, expone a los obreros a los compuestos orgánicos volátiles al mismo tiempo que se convierte en una fuente de emisión al aire exterior. [24]

Otra fuente que cabe destacar son las construcciones de carreteras, autopistas, aparcamientos u otras reparaciones de pavimentos. La instalación del pavimento asfáltico emite una gran cantidad de humos que contienen compuestos orgánicos volátiles, hecho que puede causar posibles riesgos para la salud de los trabajadores además de tener un impacto significativo en el medio ambiente. [25]

Si bien, en términos de construcción, el tipo de emisiones más habituales y que tienen mayor impacto en la salud de las personas son las que se dan en el ambiente interior.

 

Fuentes de emisión de COV en ambientes interiores

 

La emisión de COV en ambientes interiores se debe al uso de una amplia gama de productos como elementos de madera, materiales decorativos, pinturas, barnices, colas, u otros productos de manutención de materiales o de mobiliario. Incluso algunos productos para la limpieza pueden contener este tipo de compuestos. [10]

A continuación, según el tipo de producto, se identifican los posibles COV que pueden emitir.

 

Materiales a base de madera

Entre los materiales que pueden ser más peligrosos en relación a la emisión de COV al ambiente, destacan:

– Madera prensada (los tableros aglomerados y los contrachapados).

– Paneles de madera.

 

El aglomerado se fabrica a partir de partículas finas de madera que se mezclan con resinas UF y se prensan en forma de paneles de madera. En el proceso de fabricación de la resina queda atrapado como residuo formaldehído.

De este modo, durante los primeros meses de la instalación de suelos, paneles de pared, estanterías y piezas de armarios y muebles hechos a partir de aglomerados, se da una emisión de formaldehído. A medida que avanza el ciclo de vida de estos productos, las emisiones se van reduciendo.

Para hacer frente a esta situación, se pueden sustituir los aglomerados que utilizan resinas que contienen formaldehído por otros que se mezclan con adhesivos, ya que muestran potenciales de emisión de formaldehído significativamente más bajos. Además, se han desarrollado adhesivos respetuosos con el medio ambiente que utilizan tanino natural en lugar de adhesivos, reduciendo así la dependencia a los formaldehídos.

 

 

Materiales para pavimentos

– Moquetas

– Parquet

– Laminado

– PVC

– Goma

 

Las moquetas pueden ser principales fuentes de hidrocarburos aromáticos y alifáticos.  Mientras que los pavimentos de parquet y laminados causan emisiones de formaldehído debido a la presencia de adhesivos y encolados en su composición. Por otro lado, el uso de PVC es desaconsejado debido a las posibles emisiones de acetatos que puede causar.

Sin embargo, para pavimentos se puede usar linóleo, un material que supone el reemplazo natural de la madera u otros productos emisivos de COV, ya que, aunque también se asocia a concentraciones de COV, lo hace en mucha menor medida. Si se comparan las concentraciones de COV asociadas al linóleo se observa que son mucho menores (5,19 mg/m3) en comparación de las asociadas al PVC (54,80 mg/m3).

 

Materiales de aislamiento

Algunos de los aislamientos con mayores emisiones de COV son:

– Lana de roca

– Lana de vidrio

 

La lana de roca está compuesta principalmente por un contenido inorgánico de vidrio, piedra o escoria, ahora bien, el contenido restante se trata de la unión de resinas termo estables. Lo mismo sucede con la lana de vidrio, que, aunque su componente principal sea un material inorgánico, el porcentaje restante se trata de resinas. Estas resinas contienen formaldehído, hecho que produce emisiones de este mismo durante su uso.

Si bien es cierto que las emisiones producidas por la lana de roca o de vidrio son mucho menores que las producidas por espumas compuestas por formaldehído, utilizadas anteriormente y que ya no tienen repercusión hoy en día.

 

 

Recubrimientos

Por lo que a los recubrimientos respecta, la variedad de compuestos orgánicos que pueden liberar es muy extensa.

– Pinturas

– Plásticos

– Placas de yeso

– Vinilos y papeles de pared

– Textiles

– Recubrimientos cerámicos

 

Las pinturas pueden ser des de las causantes de emisiones de hidrocarburos aromáticos o clorados, a acetatos hasta éteres y ésteres. Sin embargo, cabe remarcar las pinturas de látex con base acuosa ya que están asociadas a elevadas emisiones de formaldehído.

Los recubrimientos plásticos añaden a la lista las emisiones de alcoholes. Así como las placas de yeso suman las emisiones de hidrocarburos alifáticos.

Por otro lado, los vinilos y papeles de pared también pueden dar lugar a emisiones de COV debido a su colocación, la cual implica el uso de colas y adhesivos.

Asimismo, existen algunos textiles que están tratados con resinas de formaldehído, teniendo importantes emisiones de este compuesto. Por ello, en caso de que se utilicen textiles es preferible que sean naturales.

 

Mobiliario

– Productos de madera

– Tapicerías y cortinajes

– Alfombras

 

Mayoritariamente, el mobiliario de nuestras viviendas es de madera, por eso cabe remarcar que se debe tener en cuenta que, si se trata de un aglomerado o contrachapado, las emisiones de COV de dicha pieza de mobiliario serán significantes.

Por lo que respecta a otras piezas de mobiliario como la tapicería, los cortinajes o las alfombras pueden estar compuestas por textiles que incluyan compuestos orgánicos, de modo que es recomendable tener precaución, ya que, si no, podrían darse emisiones de hidrocarburos o acetatos.

 

Productos para la madera

– Barnices

– Tintes y tratamientos para madera

– Ceras

 

Todos los productos relacionados con el cuidado de la madera como barnices, ceras, tratamientos o tintes incluyen en su composición compuestos orgánicos volátiles que pueden causar emisiones de COV (como hidrocarburos, clorados, éteres y esteres y terpenos) durante su uso.

 

Los compuestos orgánicos volátiles en ambientes interiores

 

Productos de consumo doméstico

– Productos de limpieza

– Adhesivos

– Disolventes

– Limpiadores de metales

– Anti-ácaros

– Fungicidas

 

Finalmente, existen productos de limpieza y adhesivos o productos anti-ácaros y fungicidas que en su composición hay la presencia de compuestos que pueden dar lugar a emisiones de hidrocarburos, alcoholes, éteres y esteres.

 

Construcción sana

 

Siguiendo con la construcción libre de COV, en primer lugar, deberemos hacer uso de aquellos materiales que estén asociados a emisiones más bajas de COV. Entretanto, también podemos utilizar algunos métodos de reducción de concentraciones de COV.

 

Materiales libres de componentes orgánicos volátiles

Haciendo referencia a los documentos mencionados anteriormente, conocidos como DAP, pueden ayudar a reconocer si un material está libre de COV o no. Ahora bien, en caso de que no sea así es posible prevenir emisiones de compuestos orgánicos volátiles evitando los materiales explicados en el apartado anterior.

Por ejemplo, priorizar el uso pavimentos de linóleo u otros bajo emisivos en vez de pavimentos de PVC o moquetas, puede dotar al aire interior de la vivienda de mejores cualidades.

También, en el caso de los barnices es preferible utilizar aquellos que sean sólidos medios y tradicionales ya que son menos emisivos. O bien, en el caso de los disolventes hacer uso de aquellos que sean de evaporación lenta. [27]

Condiciones de aplicación

Otro aspecto que considerar en construcción es el ambiente de aplicación de los productos que contienen COV.

En el momento de aplicación influye en gran medida la temperatura. Se recomienda mantener una temperatura de aplicación entre 18 y 22ºC. Temperaturas más altas favorecen la evaporación del producto y por consiguiente aumenta la cantidad de COV en el ambiente. [27]

 

Biofiltración

La biofiltración es una tecnología relativamente reciente de control de la contaminación del aire. Se trata de un sistema mediante el cual los compuestos orgánicos volátiles ―u otros tóxicos del ambiente― se ventilan a través de un material biológicamente activo.

Esta tecnología ha logrado eficiencias de control de muchos contaminantes de más del 90%, en países como Alemania o los Países Bajos, donde se ha usado para controlar emisiones de COV y sustancias tóxicas al aire. [28]

Aplicar el método de la biofiltración no solo puede suponer beneficios a nivel ambiental, sino que, debido a los costos operativos más bajos de esta tecnología, puede proporcionar ventajas económicas sobre otras tecnologías.

La búsqueda de una construcción sana, libre de compuestos volátiles orgánicos entre otros tóxicos, supone un paso adelante hacia un menor impacto tanto ambiental como sobre la salud de las personas que permite avanzar hacia los Edificios de Impacto Cero.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Guidelines for Indoor Air Quality World Health Organization, 2009
  2. Calidad del Aire Interior Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, 2011
  3. Calidad del Ambiente Interior en el trabajo Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, 2022
  4. Sensibilidad Quiímica Múltiple Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud, 2011
  5. De compuestos orgánicos volátiles Ministerio de Medio Ambiente, 2007
  6. Contribución de los COV a la contaminación del aire interior Congreso Internacional de Ingeniería de Proyectos, 2012
  7. COV ¿Qué son y cómo construir casas sanas? Datum Arquitectura, 2020
  8. Compuestos Orgánicos Volátiles, no se ven pero existen Paula Serrano Yuste, 2016
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