Salud y biohabitabilidad
Vivir en una casa sana: 10 contaminantes del ambiente interior

Pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios interiores, ya sea en casa, en el trabajo, en el colegio, vivimos la mayor parte de nuestra vida en espacios cerrados cuyo ambiente puede estar contaminado por distintos motivos.
¿Sabías que la contaminación interior de una casa puede ser más nociva para nuestra salud que la contaminación exterior?
Como siempre cuando tratamos temas de salud, es importante tener en cuenta que no es solo un único factor el que determina la aparición de una enfermedad, sino que suelen ser múltiples causas cuya incidencia prolongada puede afectar negativamente sobre nuestro organismo.
En el caso de nuestra vivienda, diversos productos tóxicos presentes en materiales de construcción, aislamientos o tejidos, unidos a productos químicos como detergentes, insecticidas o incluso componentes de champús o geles de ducha acumulan toxinas en nuestro cuerpo, si a todo esto le sumamos una deficiente entrada de aire fresco y limpio y unas condiciones de temperatura y humedad propicias para el crecimiento de ácaros, hongos o bacterias, nuestra casa se puede convertir en un cóctel insalubre para los que vivimos en ella.
Veamos en detalle los principales contaminantes del ambiente interior de nuestro hogar y como evitarlos para conseguir una casa sana
#1 Calidad del aire
Los niveles de temperatura, humedad y aportación de aire fresco en el interior de una vivienda es uno de los principales factores a tener en cuenta cuando hablamos de ambiente interior saludable.
Una persona necesita entre 30 y 60 m3 cúbicos de aire fresco cada hora, para ello, es necesario garantizar la renovación de este volumen en el interior de la vivienda ya sea por ventilación natural o forzada.
Por otro lado, se considera una casa saludable cuando la humedad se sitúa entre el 30 y el 50%, una humedad superior propicia la aparición de moho y una humedad inferior puede causar problemas respiratorios.
Hay que tener en cuenta que el nivel de humedad varia a lo largo del año, en invierno, la calefacción reseca el ambiente y necesitaremos mayor aportación de humedad. A veces colgar una toalla húmeda de un radiador o colocar un vaso de agua cerca del mismo ya es suficiente para humidificar el ambiente. También es posible optar por la utilización de humidificadores, aunque hay que tener cuidado ya que un deficiente mantenimiento de los mismos puede convertirlos en focos de bacterias que son expulsadas al ambiente cuando están en marcha.
Unas condiciones inadecuadas de humedad y temperatura, así como de aire fresco pueden derivar en problemas respiratorios, oculares o cutáneos.
#2 Materiales de construcción
Los aislantes en el interior de las paredes y en sistemas de ventilación pueden descomponerse y desprender partículas que llegan a nuestros pulmones. Si el material de aislamiento no es natural, las partículas serán tóxicas para nuestro organismo.
Materiales que desprenden partículas de polvo nocivo son por ejemplo la fibra de vidrio o el asbesto o amianto -material cancerígeno que se está retirando en la actualidad-.
Pero trabajar con materiales naturales no solo es por que estén libres de tóxicos, sino que además, los materiales naturales transpiran y regulan la humedad de forma natural.
No será lo mismo por ejemplo, pintar una pared con pintura plástica convencional que contiene metales pesados dañinos para el medio ambiente y con tóxicos que pintar con una pintura natural o revoco natural a base de arcilla y arena que regulan de forma natural la humedad y la temperatura, consiguiendo un ambiente saludable y libre de tóxicos.
#3 Muebles, carpintería y objetos plásticos
Los muebles, carpinterías plásticas de ventanas y otros objetos (como por ejemplo juguetes infantiles o tuppers de comida) disponen de los denominados compuestos orgánicos volátiles que se desprenden al ambiente y que incluyen, entre otros:
- Formaldehído: un compuesto químico obtenido a partir del alcohol metílico y que se utiliza para conseguir tejidos libres de arrugas y como protector de madera y que ha sido clasificado como Cancerígeno Confirmado por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer. Lo encontramos en tejidos como prendas de ropa, cortinas y telas de sofá, y en muebles de madera contrachapada o paneles aglomerados, cuanto más antiguo son los muebles mayor presencia de agentes tóxicos.
- Compuestos perfluorados: se trata de compuestos presentes en tejidos resistentes al agua y que se han relacionado con la aparición de tumores.
- Benceno: se trata de un hidrocarburo que se utiliza como base para la fabricación de plásticos, resinas y fibras sintéticas. El benceno es un reconocido cancerígeno y se ha relacionado además con enfermedades del sistema inmunitario, de la médula ósea y con anemia. Lo encontramos en lubricantes, disolventes, gomas, tintes, detergentes y en muchos tipos de plásticos.
- Tolueno: otro hidrocarburo tóxico para las personas que se utiliza como disolvente de pinturas, en revestimientos, en el caucho y en adhesivos. Se trata de un agente nocivo que afecta negativamente sobre el sistema nervioso humano.
- Ftalatos: se trata de un grupo de tóxicos presentes en productos de plástico (por ejemplo juguetes infantiles) y ventanas de PVC. El ftalato es tóxico y un demostrado cancerígeno y puede llegar a suponer el 30% de la composición del material. Se encuentra de forma común en el análisis de orina de mujeres embarazadas y se sabe que pasa al recién nacido a través de la leche materna.
#4 Tóxicos en productos de limpieza y productos cosméticos
Los componentes tóxicos de los productos de limpieza y los ingredientes tóxicos en productos de cosmética, nos afectan bien sea por inhalación de gases o bien por contacto directo con la piel.
Por inhalación absorbemos los gases desprendidos por productos de limpieza y materiales del hogar, por contacto directo con la piel absorbemos los tóxicos de la mayoría de champús, jabones de baño y cremas de cuerpo que encontramos en los supermercados. Éstos contienen compuestos nocivos derivados del petróleo como benceno, parabenos, parafina líquida que son absorbidos por nuestra piel de forma directa. Se trata de productos tóxicos y cancerígenos que se van acumulando en nuestro organismo.
Existen más de 300 sustancias tóxicas para nuestro organismo presentes en productos de limpieza domésticos que la Universidad de Alcalá de Henares ha recopilado en una lista exhaustiva de tóxicos presentes en productos de limpieza y cosméticos.
También Greenpeace ha generado una recopilación de los más peligrosos en la Guía para Comprar sin Tóxicos organizada por Marcas y productos. (Lectura totalmente recomendable)
Como alternativa disponemos de productos de limpieza ecológicos que utilizan componentes seguros para las personas y para el medio ambiente. También está empezando a ser común la fabricación casera de productos de limpieza al igual que hacían nuestras abuelas, una alternativa además, económica para conseguir un hogar sano y limpio.
Por último también os recomendamos la lectura del libro de Elisabet Silvestre, Vivir sin tóxicos: Cómo ganar bienestar y salud en tu vida cotidiana (INTEGRAL). Elisabet nos habla de cómo los tóxicos en materiales de construcción, productos de limpieza, cosmética, ropa y alimentos afectan sobre nuestra salud. También explica otros efectos como ondas electromagnéticas e iluminación.
#5 Estufas
Se calcula que en países desarrollados alrededor del 50% de los hogares se calienta mediante estufas de combustión de carbono, un porcentaje que se acerca al 90% en países en desarrollo.
En nuestro país, encontramos estufas de combustible fósil sobre todo en viviendas de campo o viviendas calentadas mediante calderas o chimeneas de leña.
Cuando estas estufas se encuentran en mal estado o en estancias mal ventiladas puede aparecer una concentración excesiva de monóxido de carbono, un gas incoloro e inodoro producido por combustión incompleta de sustancias que contienen carbono.
En bajas concentraciones, el monóxido de carbono produce afecciones respiratorias y cardiovasculares. En altas concentraciones, puede llegar a producir asfixia al reducir el aporte de oxigeno a los tejidos.
#6 Polvo, hongos y ácaros
Los niveles de la denominada contaminación biológica, producida por endotoxinas bacterianas, ácaros, hongos dependen en gran medida de la localización y de las condiciones de limpieza de la vivienda.
Los hongos y las bacterias se producen a causa de la acumulación de polvo que unido a unas condiciones adecuadas de humedad y temperatura generan el ambiente idóneo para la formación de microorganismos. Estas condiciones se producen cuando la casa está mal ventilada y cuando los propios materiales de construcción y mobiliario no transpiran lo suficiente para evitar concentración de humedad. Por ello es importante construir con materiales naturales que transpiren.
Los sistemas de ventilación también son una fuente de acumulación de microorganismos y es importante mantenerlos desinfectados.
En cualquier caso la mayor parte de contaminantes orgánicos proceden de ácaros del polvo y hongos, presentes en ropa de cama, alfombras y muebles y producen afecciones del sistema inmunológico (alergias), infecciones e irritaciones sobre todo en niños.
#7 Gas radón
Es el gran desconocido, se trata de un gas radioactivo emitido por la desintegración natural del uranio bajo tierra y cuya incidencia se presenta de forma desigual según la zona geográfica donde habitemos (por ejemplo en Galícia hay grandes concentraciones de zonas emisoras).
Se localiza en el subsuelo o en el agua y tiene la peculiaridad de ser incoloro e inodoro. En viviendas más ventiladas, el gas radón se distribuye en el aire interior y aunque sus concentraciones suelen ser relativamente bajas, se trata de un gas cancerígeno cuya afectación puede aparecer al cabo de varios años de exposición.
Los niveles de concentración de gas radón dependen de la zona geográfica, del sistema constructivo y aislamiento de la vivienda, así como de la correcta ventilación del espacio interior.
El efecto del radón sobre la salud humana es producido por la descomposición del propio gas en elementos radioactivos, como el polonio, liberando partículas alfa que son una forma de radiación que deteriora el ADN humano.
En España, existe un mapa elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear a través del proyecto Marna que define las zonas con incidencia de radiación natural por gas radón. El mapa está organizado por provincias, sin embargo, aunque nos da una idea aproximada de las zonas en las que debemos tener cuidado antes de construir, será necesario un estudio del terreno para definir la incidencia concreta de gas radón.
#8 Contaminación acústica y lumínica
Sobre todo en zonas urbanas, la contaminación acústica del exterior perturba el descanso aunque nos hayamos habituado a ella. Normalmente la contaminación acústica va ligada a la acumulación de tráfico y ello conlleva también contaminación por gases nocivos de combustión de motores.
En cuanto a los niveles de iluminación de un hogar, se ha definido que una persona adulta necesitaría por lo menos tomar el sol durante 10 minutos al día en el 20% de su cuerpo de forma que pueda captar la vitamina D necesaria para absorber el calcio necesario para los huesos.
Por este motivo, la incidencia solar es uno de los factores más valorados en una vivienda, la entrada de luz natural, la presencia de terrazas, balcones o jardines es una fuente de salud para nuestro hogar.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta la incidencia de la luz artificial, pasamos muchas horas viendo la televisión, pantallas de móvil, de ordenador, etc. El excesivo brillo de las pantallas provoca sequedad ocular y fatiga visual. Es importante limitar nuestra exposición a las mismas y si es necesario estar trabajando con una pantalla utilizar filtros o fondos oscuros que reducen el brillo, también recordar hacer descansos cada hora fijando la vista en un punto lejano.
#9 Polen
Aunque se trata de un agente que proviene del exterior, hay que tener en cuenta el polen ya que su acumulación en viviendas mal ventiladas incrementa las afecciones por alergias.

#10 Radiaciones telúricas
Por último existe una fuente de contaminación invisible que depende de la localización de nuestra vivienda, se trata de las radiaciones telúricas que son corrientes geomagnéticas procedentes del subsuelo terrestre, ya sea provocadas por fallas en el terreno, corrientes de agua subterráneas o almacenes minerales.
Para detectarlas, es necesario realizar un estudio geobiológico de nuestra casa, es recomendable realizar un estudio geobiológico antes de comprar un terreno, pero si ya tenemos la casa construida, es posible evitar las radiaciones telúricas tan solo con sencillos movimientos de la orientación o situación de camas y zonas de descanso.