Sostenibilidad y resiliencia

Casa de residuo cero

Hoy entramos en el día a día de una casa ecológica, en la que no sólo reducimos el consumo de energía, sino también el de recursos y optimizamos la gestión de residuos.
Publicado el 04 marzo 2020

Hoy os explicamos de qué va esto de vivir en una casa de residuo cero y, por un día, dejamos de lado los temas de construcción y diseño para entrar en el día a día de una casa ecológica en la que no solo reducimos el consumo de energía, sino que además reducimos el consumo de recursos y optimizamos la gestión de residuos.

Y es que parece que esto de reciclar aún no lo tenemos del todo claro; en nuestro país se recicla tan solo el 30% de los residuos que generamos y en muchos casos este reciclaje no es efectivo o consume tanta energía que no es ni tan solo rentable.

Del reciclaje de los residuos plásticos se aprovecha tan solo alrededor del 20% del total, mientras que otros materiales, como el vidrio, que son 100% reciclables, necesitan mucha energía para generar el calor necesario para convertir el vidrio en un material líquido reutilizable.

No hemos sido capaces de implementar el reciclaje a gran escala – y aunque lo fuésemos en un futuro tampoco parece una opción sostenible a largo plazo.

La Unión Europea aprobó recientemente la ley de economía circular que, pese a la oposición de los grupos más conservadores, consiguió sentar las primeras bases para promover el reaprovechamiento a gran escala de recursos. Esta ley evita generar residuos innecesarios y penaliza por ello, tendremos que ver si es realmente efectiva o se queda corta pero ya es un primer paso para la reducción de residuos.

Y es que en el contexto de emergencia climática en el que vivimos ya hace tiempo que se están alzando numerosas voces para empezar a aplicar algo más de sentido común al funcionamiento de nuestra vida diaria y los residuos que generamos.

Los perfiles de redes sociales relacionados con el residuo nulo en los que se muestra el día a día de familias que consiguen llevar una vida normal sin generar ningún tipo de residuo y con huella ecológica nula se están multiplicando en los últimos meses.

Ya hay varios gurús, como Bea Johnson en Estados Unidos o la pareja vasca formada por Patricia Reina y Fernando Gomez, creadores del blog y libro Vivir sin plástico: Consejos, experiencias e ideas para darle un respiro al planeta, cuyo estilo de vida se está haciendo público a través de diversos medios y que acumulan millones de seguidores.

Como dicen en la red australiana Onemillionwomen, -una red de mujeres que pretende conseguir un millón de mujeres que luchen por el clima en todo el mundo- “no necesitamos a unos pocos frikies siguiendo un estilo de vida residuo nulo de forma perfecta, necesitamos 1 millón de personas normales siguiendo un estilo de vida de residuo nulo imperfecto.”

Y esto es justamente lo que estamos aplicando en nuestro despacho, o en nuestras vidas personales. No es fácil pasar de una vida de consumo estandarizada -aún comprando en supermercados ecológicos- a una vida de residuo nulo.

Cuando empiezas a analizar la basura que se genera en tu entorno diario, hay tantas cosas que consideras imposible o muy difícil de reducir -envases de alimentos, de detergentes, jabón de cuerpo y champú, la crema de los niños, los pañales, las botellas de bebida, los pañuelos, los restos de comida, los ticket de compra, etc.- la lista es interminable y es algo abrumador el no saber ni por dónde empezar.

En nuestro caso vamos haciéndolo paso a paso, cada vez que detectamos algo que es sustituible por un producto reutilizable o que podemos comprar a granel intentamos introducir un nuevo hábito.

 

Apunte previo: nuestra experiencia personal

 

– Nos dimos cuenta que el principal residuo que estábamos generando eran botellas de plástico de agua. Decidimos tomar medidas drásticas.

En casa, instalamos un sistema de osmosis, algo que ha sido súper práctico porque hemos dejado de transportar agua.

En el despacho, instalamos un dispensador con bidones retornables y prohibimos tajantemente a la empresa suministradora que nos regalase vasos de plástico con cada entrega, pidiendo además que eliminasen esta opción en su empresa apelando a su responsabilidad ambiental.

– Nos acostumbramos a llevar siempre 3-4 bolsas de tela plegadas en el bolso, en el coche, en las maletas de portátiles, dejamos varias en el despacho para cuando la gente sale a comprar comida, etc.

– Encontramos una tienda de venta de detergente a granel cerca del despacho (hay muchísimas tiendas ecológicas que ofrecen este servicio) y guardamos 2-3 botellas de detergente de supermercado que vamos rellenando una vez al mes.

– En cuanto a jabón de cuerpo y pelo, cremas o desodorante, también encontramos una tienda a granel en Barcelona.

Es difícil coordinar la logística para siempre tener cosmética a granel, pero la realidad es que cunde mucho más que la que viene envasada. Además de ser mucho más natural, somos adictos a la crema hidratante y desodorante en pastilla de la marca LUSH que huelen fenomenal.

– Instalamos un contenedor de compostaje en el jardín (si, esto solo para los que vivís en una casa) y tenemos nuestro propio compost. En el despacho en Barcelona también separamos el residuo orgánico en bolsas compostables y es fantástico saber que de nuestros restos de plátano se abonan los parques públicos.

– Compramos toda la verdura y fruta en una tienda local sin bolsas de plástico ni envases de ningún tipo. Si tenemos que comprar en supermercado utilizamos nuestras propias bolsas de tela y guardamos las etiquetas de peso en el exterior todas juntas.

– En el despacho compramos un pack de tuppers de vidrio con tapa y varias bolsas de tela para aquéllos que van a comprar comida a mediodía puedan utilizarlos – están sacando humo de lo mucho que se utilizan.

 

Si bien esto es nuestra humilde experiencia y nos queda mucho camino por recorrer, como decía al principio, es mejor un planeta donde todos aplicamos residuo cero de forma imperfecta que un planeta en el que hay algunos pocos frikies aplicando residuo cero de forma estricta.

Lo mejor de nuestra experiencia no está siendo únicamente el comprobar que se trata únicamente de un cambio de mentalidad que conlleva un cambio de hábitos y que estos nuevos hábitos no alteran de ninguna forma nuestro estilo de vida ni nuestra comodidad, sino que además, este cambio que promovemos en el despacho está generando una reacción en cadena.

Algunos de los trabajadores están aplicando las mismas ideas de reducción de residuos en sus casas o incluso proponiendo nuevas ideas para reducir en el despacho. Esto está siendo lo más gratificante, ver cómo nuestros actos influyen positivamente en otras personas y por extensión al resto del planeta.

Pero más allá de la experiencia personal, ¿en qué se basa una casa con residuo cero? En nuestro estudio hacemos casas de consumo nulo pero una casa ecológica también debería ser una casa de residuo nulo cuando la familia se instala en ella.

El concepto de residuo nulo parte de la filosofía de las 5 R, es decir sumamos 2 ideas nuevas a las tradicionales 3R Reducir, Reciclar y Reutilizar empezando por Rechazar aquello innecesario y sumando el Compostaje cuya forma en inglés es Rot (de ahí la 5a R).

Veamos cada uno de los conceptos paso a paso basándonos en las recomendaciones del libro de Bea Johnson llamado Residuo Cero en casa: Guía doméstica para simplificar nuestra vida.

 

 

1. Casa con residuo cero: rechazar lo innecesario

 

Como comentaba, este punto se suma a las 3R clásicas, intentando evitar el residuo antes de que se genere.

Un punto que deberíamos entender cómo un cambio de mentalidad que va más allá, rompiendo con la dinámica fruto de un sistema globalizado y consumista que nos hace creer que podemos disponer en cualquier momento de cualquier producto, aunque éste tenga origen en la otra punta del mundo, y aunque se hayan tenido que modificar sus cualidades para que aguante el tiempo de transporte o esté envuelto absurdamente en un envase de plástico dentro de un bolsa de plástico.

Tales dinámicas son ruto de las malas costumbres y la falta de conciencia, nos damos cuenta que aunque cuando hablamos de una casa con residuo cero nos referimos al ámbito doméstico, el cambio empieza con nuestro comportamiento fuera del hogar.

En este sentido, hay un ejemplo de proyecto integral que mencionamos habitualmente en este blog y que es el de la comunidad de viviendas ecológicas llamada Hockertonhousing Project, situada en Inglaterra.

Lo que destaca de su filosofía de casa con residuo cero es su sobrada capacitad de autoabastecimiento. Los vecinos de esta comunidad evitan gran parte del consumo proponiendo su propio huerto y sus propios transportes sostenibles. Además, organizan compras conjuntas siempre teniendo en cuenta que sean productos de origen local producidos de forma ecológica.

Muchas veces pensamos que la eliminación de compra de productos procesados implica una dedicación de tiempo muy superior a la que podemos permitirnos, y que es por eso que no nos lanzamos a intentarlo. En Hockerton los usuarios aúnan fuerzas para reducir este tiempo de dedicación, por lo que a veces una gestión conjunta puede ayudarnos en este ejercicio de rechazo de residuos y autoabastecimiento.

Un ejemplo práctico: al eliminar las botellas de plástico en casa instalando un sistema de filtrado por osmosis, nos encontramos con la necesidad de transportar agua fuera de casa, por ejemplo, cuando vamos en coche con los niños era necesario llevar agua. En lugar de comprar botellas de plástico pequeñas, que rechazamos radicalmente, compramos botellas de metal que rellenamos en casa con el grifo de osmosis.

Se trata de un ejercicio de rechazo de botellas que nos hizo pensar soluciones que hemos integrado de forma natural y que no generan ningún problema logístico adicional a nuestra vida diaria.

 

2. Casa con residuo cero: reducir (lo que necesitamos y no podemos rechazar)

 

Bajando un eslabón en la pirámide de las 5R, nos encontramos con el acto de Reducir aquello que consideramos irrenunciable.

Al tratarse de un proceso de simplificación de nuestro estilo de vida, vamos a darnos cuenta que nuestra percepción de necesidad va disminuyendo a menudo que aumentamos nuestra concienciación y comprendemos que la reducción material promueve la libertad personal y falta de dependencia.

Así pues, debemos estar abiertos a cuestionar constantemente la necesidad y utilidad de los productos que consumimos.

Siguiendo esta filosofía, vamos a priorizar la calidad y no la cantidad, las experiencias en vez de las cosas materiales.

Un ejemplo sorprendente lo tenemos en la experiencia de la cooperativa de viviendas de la Borda, experiencia pionera en Barcelona, en la que nuevamente se reduce el consumo mediante la centralización de servicios que nos parecían estrictamente individuales.

Contra todo pronóstico, la lavandería de esta comunidad de 30 viviendas cuenta solo con 3 lavadoras, que se gestionan con un sencillo sistema de reserva previa de la hora a la que vamos a usarla.

 

 

3. Casa con residuo cero: reutilizar (lo que consumimos)

 

El principio de Reutilizar llega cuando no hemos podido prevenir la generación de un residuo a través de las 2 R previas: Rechazar y Reducir. Es habitual confundir la reutilización con el siguiente punto, el reciclaje. Sin embargo, cuando hablamos de Reutilizar en una casa con residuo cero hacemos referencia a la utilización del producto en su forma de fabricación original.

Dando una segunda vida a los productos, conseguimos maximizar su uso y aumentar su vida útil. Esta forma de funcionar se contrapone al concepto de obsolescencia programada que promueven ciertas empresas, que determinan el fin de la vida útil de un producto de manera planificada previamente por el fabricante durante su fase de diseño.

Otra confusión habitual es la de considerar la reutilización como sinónimo de acumulación, conservando productos inservibles para nosotros en cierto momento vital bajo la constante reflexión “y si algún día…”.

Hay que entender que la reutilización del producto puede efectuarla una persona distinta a nosotros, por lo que dinámicas como la circulación e intercambio de productos deben fomentarse.

Un ejemplo muy extendido de esta práctica es la ropa que usamos, un panorama que en países como España ha cambiado completamente en solo una generación. El fenómeno de la ropa barata y de baja calidad ha tomado las calles, acompañado por un concepto consumista de la moda y el estilo que cambia constantemente.

 

4. Casa con residuo cero: reciclar

 

Llegados a este punto, hemos comprendido que una casa con residuo cero no pasa por ‘reciclarlo todo’, como podíamos pensar al principio. Y es que el reciclaje es, desgraciadamente, el concepto que más ha calado en nuestra sociedad moderna y no deja de ser un proceso que requiere una tremenda logística y energía para su gestión y transformación.

A diferencia del punto anterior – reutilizar – Reciclar implica someter a un proceso de transformación el producto original, en el que podemos llegar a usarlo para otro propósito.

Vamos a destacar puntos en contra del reciclaje para concienciaros sobre la necesidad de reciclar solo estrictamente en el caso de no haber podido rechazar, reducir o reutilizar ese desecho.

En primer lugar, debemos comprender que todo sistema de reciclaje requiere de energía para su tratamiento, una energía que debemos producir en un momento en el que no somos capaces ni de producir de forma limpia la energía que necesitamos para tareas básicas de nuestro día a día como el suministro eléctrico o la calefacción.

Además, se trata de un proceso que no podemos llevar a cabo por nosotros mismos, por lo que no podemos asegurar que se ejecute correctamente. En España, existe todavía una gran falta de regulaciones para empresas, fabricantes, ayuntamientos y consumidores – por no hablar de la falta de concienciación, en nuestro país se recicla únicamente alrededor del 30% de los residuos que producimos.

Por nuestra parte, podemos hacer un ejercicio de concienciación tanto nuestra como de las personas de nuestro entorno, sensibilizándonos en la compra de diseños de productos duraderos, así como de productos que ya han sido reciclados o son susceptibles de serlo.

 

5. Casa con residuo cero: compostar el resto

 

El compostaje se define como la gestión por descomposición de la materia orgánica, por lo que se limita a este sector de desechos exclusivamente, normalmente provenientes de restos de cocina y de jardinería. Se calcula que suponen 1/3 de los desechos caseros de media española.

Estamos hablando del proceso natural que tiene el planeta para reciclar, cediendo sus nutrientes a la tierra para que las plantas puedan absorberlos.

Es tan sencillo como disponer un recipiente de compost o utilizar los contenedores públicos destinados a tal efecto en los que los restos orgánicos deben ser introducidos en bolsas compostables. Con la ayuda de microorganismos y gusanos el volumen de nuestros residuos disminuye en pocos días y podremos aprovechar el producto final que obtendremos en nuestro jardín/huerto como abono natural.

A diferencia del punto anterior, aquí sí que tenemos autonomía para realizarlo y ser conscientes de donde acaba el proceso. Sin embargo, hay que reconocer que es un proceso que requiere cierto espacio que debe ser exterior.

Otra iniciativa que persigue este concepto es el de un baño de compostaje, también llamado wáter seco, en el que, además de ahorrarnos agua. Si queréis ampliar información sobre este tema, hay un articulo en este mismo blog donde os explicamos cómo funciona un wáter seco.

 

 

Un último apunte para la viabilidad del residuo cero a gran escala: la economía circular

 

No podemos acabar este post sin hablar del concepto de economía circular, una iniciativa que tiene como objetivo reducir el consumo de materiales como la producción de desechos, cerrando los flujos ecológicos y económicos de los recursos, como haría la tierra naturalmente a través de los ecosistemas.

Y es que la economía circular parte de la premisa que todo residuo es susceptible de ser transformado en materia prima maximizando así la sostenibilidad, y que este residuo cero debe ir de la mano de un objetivo de emisión cero.

En abril de 2019 se aprobó una directiva del Parlamento Europeo para impulsar el reciclaje y limitar el uso de los vertederos, que suponen la peor opción en materia de gestión de residuos debido a las emisiones de metano que se generan, un gas de efecto invernadero, mucho más contaminante que el CO2.

La directiva decretó que esta práctica debía convertirse en la excepción, todo y que actualmente está aún complemente instaurada en la mayoría de países de la Unión Europea.

Entre otras medidas, se propone que:

 

– El 55% de los residuos municipales deberá reciclarse en 2025 y el 65% en 2035, partiendo del 44% actual.

– Un máximo del 10% de la basura podrá acabar en vertederos.

– Recogida selectiva de textiles y residuos peligrosos.

– Reducir el desperdicio de alimentos un 30% para 2025 y a la mitad en 2030.