Energía
¿Cuál es el consumo de una casa pasiva?

¿Quién no quiere una casa en la que no se pagan facturas de calefacción, agua o electricidad?
Ya sea porque tengamos consciencia ecológica o por argumentos de ahorro económico, la realidad es que los precios de los suministros de compañías de energía y agua suben cada año y para muchas familias el coste de los recibos llega a suponer una segunda hipoteca que nunca se amortiza.
Hoy en día tenemos el conocimiento y los medios para construir casas eficientes de consumo nulo y el argumento de que son más caras que las casas convencionales está ampliamente superado. En nuestro estudio estamos consiguiendo construir casas pasivas de consumo nulo por el mismo precio que casas convencionales y nuestros clientes ya se benefician de casas que generan su propia energía.
Y es que cuando hablamos de ¿cuál es el consumo de una casa pasiva? estamos en general hablando de reducciones de consumo anuales en torno al 90% en relación a una casa convencional y esperamos en pocos años llegar al ahorro del 100% de la energía con la llegada de la tecnología de almacenamiento de energía eléctrica mediante baterías.
Qué es una casa pasiva
Pero antes de entrar a analizar el consumo de una casa pasiva, es bueno recordar: qué es una casa pasiva.
En general, se considera una casa pasiva, toda aquella vivienda que reduzca, como mínimo, un 80-90% el consumo respecto de una casa convencional.
Esto se consigue sobre todo mediante la arquitectura pasiva, un tipo de construcción que trata de aprovechar al máximo los recursos naturales del entorno para reducir su consumo energético. El sol calentará nuestra casa en invierno y la ventilación natural disipará el calor en verano.
Recibimos calor de sol que captamos mediante ventanales a sur y almacenamos en los materiales de construcción y no permitimos que se escape mediante un aislamiento superior al convencional sin ninguna discontinuidad. En invierno, por el contrario, nos protegemos del sol mediante porches, pérgolas o filtros solares y conseguimos ventilaciones cruzadas mediante patios y ventanas que generan corrientes naturales.
Con todo ello y una pequeña aportación de energía, que si es posible se realiza mediante fuentes renovables, conseguimos casas pasivas de consumo casi nulo, con una temperatura interior agradable en cualquier estación del año.
También es posible recolectar agua de lluvia y almacenarla, además el agua que se utiliza puede ser filtrada y reutilizada.
Cuál es el consumo de una casa pasiva
Cuando hablamos de consumo no obstante, no hablamos sólo de energía destinada a la climatización, sino también de la energía eléctrica necesaria para que funcionen todos los aparatos de nuestra vivienda e incluso del consumo de agua.
Las viviendas unifamiliares consumen en España una media de 15.500 kWh cada año, de los cuales aproximadamente un 65% se destinan a la climatización (calefacción y refrigeración). El otro 35% se dedica a los electrodomésticos, a calentar el agua, a la cocina y a la iluminación.
La climatización de nuestro hogar supone un gran consumo en nuestras viviendas que podríamos ahorrarnos si tuviéramos en cuenta las estrategias de la arquitectura pasiva.
Por lo que hace al agua, se calcula que una persona gasta de media 171 litros cada día. Si multiplicamos este número por los 365 días del año y por 4 personas que podrían vivir en una casa, nos sale un total de 249.660 L al año.
Vamos a ver cómo podemos reducir cada uno de estos aspectos hasta llegar al consumo cero tanto de climatización, electricidad y agua. En todos los casos, lo que primero deberemos hacer será reducir el consumo necesario para que lo podamos cubrir el consumo restante mediante fuentes naturales y renovables.
Consumo en climatización
El consumo en climatización es seguramente la demanda que más se reduce cuando hablamos de una casa pasiva. Para conseguirlo debemos disponer de un buen diseño arquitectónico, así como un sistema de climatización eficiente.
Diseño arquitectónico
El consumo de una casa pasiva dependerá en gran parte del diseño arquitectónico de la misma. Veamos qué estrategias seguiremos:
– Mayor aislamiento: el grosor del aislamiento será siempre superior al de una casa convencional cuando construimos una casa pasiva. En las viviendas convencionales, el aislamiento está pensado para que el intercambio de temperatura entre el interior y el exterior no sea excesivo, sin embargo, según en qué épocas debemos usar calefacción o aire acondicionado si queremos mantener una temperatura agradable.
Si aumentamos el aislamiento en una vivienda, conseguimos reducir aún más este intercambio de temperatura, por lo que en verano evitaremos que entre el calor y en invierno evitaremos que se escape el que generemos dentro.
– Orientación a sur: tener una casa bien orientada nos permitirá captar radiación solar en inverno para calentar nuestra casa de forma natural. Al colocar la vivienda, deberemos vigilar también que no haya elementos fijos –como árboles u otros edificios- que puedan hacernos sombra y, por lo tanto, impedir la llegada del sol.
– Ventilación cruzada: igual que tiene que llegar el sol para calentar nuestra casa, también es necesario que dispongamos de ventilaciones cruzadas que conseguirán, mediante las corrientes de aire que se generen, enfriar nuestras estancias y disipar el calor que haya dentro de la casa.
Todas estas estrategias arquitectónicas pueden llevar a cero el consumo en climatización, por lo que, sólo con estas medidas, lograríamos ahorrar entre un 65 y un 90% de energía.
Pero debemos tener en cuenta que en algunos casos, en días con temperaturas mínimas, puede que tengamos que disponer de sistemas de climatización activos para lograr una temperatura interior de confort.
Preferentemente, estos sistemas deberían funcionar mediante energías renovables y por lo tanto mantenernos en el consumo nulo, veamos qué opciones tenemos:
Sistemas de climatización activos
Toda casa pasiva se calcula para que funcione a la perfección entre el 80 y el 90% del año, ya que no vale la pena dimensionar una instalación en función de los picos de mínimas y máximas anuales.
Es decir, si tenemos en cuenta el día más frio del año en pleno enero la instalación de calefacción debería ser muy potente, por este motivo, los sistemas se dimensionan para una media anual y los días fríos se suplementan con sistemas adicionales.
En general una casa pasiva, necesita muy poca aportación o ninguna para funcionar y asegurar el confort de los habitantes, pero a veces requieren de sistemas de aporte adicional.
Una primera opción son los radiadores de baja emisividad, parecidos a los que se utilizan en la mayoría de viviendas pero más eficientes. Sus dimensiones son algo más grandes que los convencionales, pero gracias a esto funcionan con temperaturas más bajas del agua.
Por un radiador convencional, el agua circula a unos 60ºC, pero un radiador de baja emisividad funciona con el agua a unos 35ºC, por lo que necesitamos mucha menos energía para calentar nuestra casa.
Por supuesto, tenemos también la opción de colocar un suelo radiante, un sistema cada vez más conocido y extendido. Trabaja también con el agua a una temperatura de 35ºC y, una de sus ventajas, es que también pueden usar agua fría para enfriar nuestra casa en verano.
Existen también las paredes radiantes que, aunque son menos comunes, no nos calientan desde abajo sino por los lados, de la misma forma que haría el sol.
Consumo eléctrico
Partimos de la base que una vivienda -sin tener en cuenta el consumo en climatización- necesita unos 5.000 kWh al año. Es posible reducir esta cifra con electrodomésticos eficientes, apagando bien los aparatos electrónicos y aprovechando al máximo la luz del sol, pero necesitaremos un mínimo de energía para nuestro día a día.
Desde aquí, proponemos dos de los sistemas más extendidos para conseguir generar la energía que requerimos.
Aerogeneradores
Los aerogeneradores funcionan de forma parecida a los grandes molinos eólicos pero a escala doméstica. Estos, aprovechan la energía cinética –energía del movimiento- para generar electricidad a partir del movimiento de una turbina.
Aunque no suele ser la primera opción para generar electricidad, con una sola turbina –dependiendo de los modelos- ya podríamos alimentar una vivienda media.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que la rentabilidad de instalar un aerogenerador en una vivienda depende básicamente del viento de la zona, por lo que se puede tardar entre 8 y 10 años en recuperar la inversión.
Placas fotovoltaicas
Las placas fotovoltaicas en cambio, son las más extendidas a nivel doméstico. La radiación solar que incide en estos paneles provoca que los electrones contenidos en ellos entren en movimiento y se produzca así la electricidad.
Hay que distinguir estas placas de los paneles solares, cuya única función es la de calentar el agua, sin generar electricidad. Aunque no nos sirven para este tipo de energía, sí que podríamos aumentar la temperatura del agua para su uso, sin necesidad de utilizar electricidad, con el consiguiente ahorro energético que esto supondría.
Las placas fotovoltaicas son algo más rentables que los aerogeneradores y se pueden amortizar en 5 años, frente a los 25 años de garantía de vida útil que suelen tener.
– Impuesto al sol
En 2015 el gobierno de España aprobó una ley que obliga a las casas con instalaciones de placas fotovoltaicas que vuelquen energía en la red, a pagar varios impuestos adicionales. Esto provoca que la producción doméstica de electricidad sea menos rentable.
La “Ley del sol” va en contra de las directivas europeas y de la promoción del autoconsumo y la sostenibilidad, pero hay que lidiar con los intereses político-económicos que a veces pasan por encima del sentido común y el medio ambiente.
Esta ley, que se defendió como un “peaje solidario”, consigue que aquellos con placas fotovoltaicas conectadas a la red, paguen, además de la energía que consuman procedente de la empresa eléctrica, un impuesto a la vez que están volcando energía eléctrica a la red. Es decir, cedemos energía de forma gratuita y debemos pagar la que consumimos más un “peaje solidario”.
Este impuesto, no obstante, afecta únicamente a las instalaciones que vuelcan energía a la red general, en el caso de que dispongamos de una batería doméstica con la que podamos almacenar electricidad, no deberemos pagar el Impuesto al sol.
Consumo de agua
Por último, dentro de la pregunta de cuál es el consumo de una casa pasiva, también deberemos incluir el agua.
Que el consumo de agua sea nulo es algo más complicado aunque no imposible. El abastecimiento será exclusivamente mediante la recogida de agua de la lluvia.
¿Es posible abastecer de agua toda una casa sólo con el agua de la lluvia?
Sí, siempre y cuando reduzcamos el consumo.
Reducción del consumo de agua
Con un consumo de casi 250.000 L por año en una vivienda de 4 personas no es viable abastecernos sólo con agua de lluvia, por lo que deberemos reducir esta cantidad.
Serán importantes todas las medidas de ahorro clásicas como utilizar lavavajillas y lavadoras eficientes que usen poca agua y ducharnos en vez de bañarnos.
Otra de las formas con las que podemos reducir el consumo será instalar un wáter seco. Las descargas de agua de un wáter convencional son de entre 8 y 10L cada una, con lo que podríamos ahorrar decenas de litros cada día. El aspecto es el mismo que el un inodoro convencional y el funcionamiento muy parecido. La diferencia recae en que no necesita agua para su funcionamiento sino que se sirve de la gravedad para evacuar los desechos, que van a parar a un depósito para su compostaje.
Por último, hace falta mencionar el reaprovechamiento de las aguas grises. Las aguas grises son aquellas que, por ejemplo, tienen jabón. No las usaremos para el consumo propio, pero sí que servirán, por ejemplo, para regar el jardín. Su filtraje se produce de forma natural mediante plantas como cañizares, cuyas raíces son capaces de absorber todas esas partículas químicas de los jabones. De esta forma no deberemos gastar agua potable para mantener un huerto o un jardín.
Aprovechamiento del agua de la lluvia
El primer paso para aprovechar el agua de la lluvia será tener bastante superficie de cubierta para recoger y almacenar todo el agua que caiga sobre ella. Esto no tiene más secreto que asegurarse que el agua irá a parar a los canelones que dispondremos alrededor de la cubierta.
La segunda cosa que deberemos tener en cuanta será que tendremos que disponer de unos depósitos capaces de almacenar el agua que recojamos. Suelen situarse en el jardín y están cerrados de forma hermética para evitar que entren organismos no deseados.
Antes del consumo del agua que hemos recogido, deberá pasar por un filtro ultravioleta. Se trata de un tubo metálico que dentro tiene un fluorescente que emite luz ultravioleta. Esta luz es capaz de eliminar todas las partículas tóxicas del agua y consiguiendo de esta forma agua potable y sana con menos elementos químicos que la que circula por nuestros grifos.
Y después de todo esto, ¿cuál es el consumo de una casa pasiva?
Si partimos de la media de las viviendas unifamiliares de 15.500 kWh, el consumo de una casa pasiva se encuentra entre los 3.100 kWh y el consumo nulo.
Tanto el consumo de electricidad como el de agua se pueden reducir a cero, aunque esto requiere una cierta inversión y unas condiciones favorables del entorno.
En nuestro despacho, hace años que trabajamos en reducir el consumo de las casas que proyectamos y construimos. Conseguimos adaptarnos al sitio y aprovechar los medios que nos ofrece el entorno para generar un menor consumo en nuestras viviendas.
Si tenéis cualquier duda sobre cuál es el consumo de una casa pasiva o si estáis en marcha con la construcción de una casa pasiva y queréis valorar llegar al consumo nulo, no dudéis en contactar con nosotros y os ayudaremos encantados.