Energía
Casa autosuficiente desconectada de la red

¿Quién quiere vivir en una casa donde no se pagan recibos de luz ni agua? Hoy os hablo de cómo vivir en una casa autosuficiente desconectada de la red.
Y es que hoy en día cada vez aparecen más adjetivos en nuestro vocabulario que hacen referencia al mundo eco: autosuficiente, ecológico, sostenible… son palabras que vemos asociadas a coches, restaurantes, supermercados o incluso viajes y es que todas ellas hacen referencia a un modo de vida más equilibrado y de respeto a los recursos naturales del planeta que es a lo que todos aspiramos en un futuro.
Cuando hablamos por tanto de casa autosuficiente desconectada de la red nos referimos ni más ni menos, a un tipo de vivienda que se abastece a sí misma, siendo capaz de producir la energía que consume.
Es decir; una casa autosuficiente desconectada de la red es una vivienda de consumo nulo (o casi nulo) ya que no necesita ningún tipo de fuente de energía o aportación de recursos externos para cubrir las necesidades de confort de sus habitantes.
¿Cómo puede funcionar una casa así? ¿es posible hoy en día?
Estas viviendas tienen redes propias que aprovechan y obtienen los recursos de fuentes naturales como la tierra, el sol, el viento, el agua de lluvia etc. y disponen de sistemas de transformación de energía para consumo propio.
Eso sí, siempre tendremos que adaptarnos a las características del terreno y moldear también nuestra forma de vida y presupuesto teniendo claro que estamos construyendo ahora una casa para un futuro desconectado y libre de facturas de compañías energéticas.
Casa de consumo nulo. Desde la arquitectura tradicional hasta las técnicas más actuales
Construir una casa autosuficiente desconectada de la red hoy en día supone volver a los orígenes. Hace 100 años, las casas no disponían de agua corriente o electricidad, sus habitantes tenían menos necesidades.
Ese es precisamente el secreto: una casa autosuficiente desconectada de la red debe responder a dos características básicas: por un lado reducir al mínimo el consumo de energía necesaria para la vida así como servirse de fuentes renovables para cubrir los posibles gastos que se produzcan.
Si miramos atrás en la historia nos daremos cuenta de que, ya antes de la revolución industrial y la explotación del carbón, petróleo y otras fuentes de energía no sostenibles, las casas tradicionales eran un magnífico ejemplo de casas de consumo nulo.
No disponían de más fuentes de energía que esas provenientes de los recursos naturales. Se adaptaban al clima aprovechando al máximo sus recursos para minimizar el consumo energético de la vivienda.
Era muy importante el aprovechamiento de la orientación solar, de la fuerza del viento así como del agua. Los residuos propios se gestionaban también de forma que nada se desperdiciaba pues se acababan utilizando para producir compost y el agua sucia se aprovechaba para el riego.
Los muros gruesos favorecían la estanqueidad y confort interior. Por su espesor, equilibraban los cambios térmicos mediante un proceso o estrategia arquitectónica conocida como: inercia térmica, que regula el intercambio de temperatura entre interior y exterior.
Inercia térmica y aislamiento. ¿Qué podemos aprender de la construcción tradicional?
Las casas rurales son un tipo de construcción con origen en los siglos X y XIII.
Su construcción va muy ligada al uso ya sea como explotación agrícola como ganadera. Normalmente se encuentran aisladas y se orientan de acuerdo con el recorrido del sol para intentar aprovechar al máximo tanto la luz como el calor en beneficio de las condiciones de confort de las estancias interiores.
Normalmente se construía con materiales y técnicas del lugar. Así, el consumo nulo, no se limitaba a términos de funcionamiento, sino que partía de minimizar costes ya desde los primeros pasos en el proceso constructivo.
Los muros, de entre 50 y 70 cm de espesor, tenían como finalidad mantener una temperatura estable y agradable en el interior de la vivienda. Este hecho, conocido técnicamente como la inercia térmica se explica como la capacidad de un material para almacenar calor.
Así, un muro de suficiente grosor almacena temperatura y la cede lentamente al interior. De forma que en invierno por la noche recibimos el calor acumulado a lo largo del día. En verano, conseguimos que la casa se mantenga fresca durante el día y en el momento en que se cede el calor al interior (por la noche) es cuando ventilamos con la brisa fresca nocturna.
Y os preguntareis; ¿Cómo se conseguía esto? Pues bien, el calor que el muro recibe y acumula del sol en verano tardará varias horas en llegar al interior, notándolo ya de noche, cuando fuera hace más fresco. Ayudándonos de las ventanas podemos disipar el exceso de calor interior en verano y almacenarlo si es conveniente en invierno.
Otro punto importante a tener en cuenta es que la misma disposición y organización de la casa y sus estancias favorecían el máximo aprovechamiento energético.
Distribuidas normalmente en tres plantas, las masías ubicaban en los niveles inferiores todas esas estancias que podían producir calor (cocina, sala de estar y cuadras etc.). En la planta intermedia se destinaban las estancias más de uso diario como el estar o los dormitorios. Finalmente el ático solía servir de despensa o espacio de almacenaje.
A diferencia de las casas rurales tradicionales, los sistemas constructivos de viviendas hoy en día buscan economizar en materiales y tiempos y por ello hoy en día no se trabaja con muros gruesos de inercia si no que se opta por aislamiento.
Lo que intentaremos conseguir al construir una casa autosuficiente es combinar ambas propiedades, la inercia térmica para acumular calor en el interior de la vivienda y el aislamiento para impedir su entrada.
Claves para hacer de nuestra casa, una casa autosuficiente desconectada de la red
Para hacer de nuestra casa, una casa autosuficiente, desconectada de la red podemos ayudarnos de diferentes técnicas y sistemas para reducir al máximo nuestro consumo de energía. Veamos cuáles son.
Para reducir el consumo de energía:
Captación de la radiación solar
La captación solar es algo básico para cualquier tipo de vivienda, ya sea esta de consumo cero o no.
Hay que aprovechar al máximo el sol, como fuente de energía inagotable y beneficiosa no solo en cuanto a la iluminación si no por su capacidad de calentar las superficies así como sus efectos beneficiosos sobre nuestra salud.
Para una casa de consumo nulo, es muy importante orientar las estancias y diseñar las ventanas según su posición respecto al recorrido del sol.
En nuestro clima, la orientación sur es la mejor para aprovechar la radiación solar, sobre todo en invierno. En cambio, en verano, si la incisión es muy fuerte habrá que servirse de protecciones en ventanas para limitar su entrada.
La ayuda mediante elementos vegetales caducos es recomendable pues además de permitir la captación en invierno y filtrarla en verano, favorecen la ventilación, renuevan y refrescan el ambiente y, por qué no, dan un confort visual muy agradable.
Aislamiento térmico
El aislamiento térmico en los muros es algo vital para evitar pérdidas de energía del interior de la vivienda, una vez captada.
El grosor de esta capa de aislamiento debe ser adecuada a las condiciones del lugar. Normalmente el grosor que se utiliza para la construcción convencional es de unos 5 y 10 cm pero en el caso de una casa de consumo cero el espesor recomendado es de 15 a 25 cm o incluso 30 cm dependiendo de la demanda energética de cada tipo de muro.
Hay que elegir aislantes que sean transpirables para evitar condensaciones por las posibles humedades en el ambiente interior.
En este punto, las ventanas y aberturas en los muros juegan un papel importante. Las carpinterías elegidas deben asegurar que no hay puentes térmicos (es decir, puntos sin aislante) además de intentar igualar el grado de aislante del muro y de la ventana para evitar diferencias de temperaturas que provocarían condensaciones en las juntas.
Es importante fijarse en el coeficiente de la transmitancia a la hora de elegir un cristal (su capacidad de ceder calor del interior al exterior o a la inversa). Ésta debe ser baja y estar en correlación con la transmitancia de las paredes.
Inercia térmica
Como se ha dicho anteriormente al hablar del muro, el calor que hemos captado se puede conservar con muros de materiales de elevada inercia térmica. El hormigón o el ladrillo son ejemplos de materiales con esta capacidad, permitiendo almacenar calor que liberan al cabo de unas horas.
Es recomendable ubicar estos materiales en sitios que vayan a recibir los rayos de sol el máximo de horas posibles.
Ventilación natural
No podemos olvidarnos de que una casa debe garantizar también unos volúmenes de ventilación natural.
En verano por ejemplo, la instalación de porches al aire libre y cubiertos, patios y ventanas practicables ayudaran a ventilar la casa. Ayudarnos de flujos de aire ubicando aberturas en extremos opuestos de las estancias facilitara el movimiento de aire.
La renovación de aire debe estar asegurada todo el año ya sea de forma natural como ayudándonos de sistemas de extracción mecánica.
Por otro lado la utilización de energías renovables, a pesar de implicar una inversión inicial considerable, se amortiza en unos 5 – 10 años y son capaces de cubrir el consumo energético de una familia perfectamente, siempre y cuando ésta adapte su modo de vida y reduzca el consumo desmesurado.
Aportación de energía mediante fuentes renovables
Paneles solares
La instalación de paneles solares puede servir tanto para generar electricidad como para calentar el agua de consumo propio.
Hoy en día disponemos de 3 tipos de paneles en el mercado:
a. Paneles solares fotovoltaicos: Cuando llega la radiación a los paneles los electrones reciben energía y se desplazan, creando así corriente eléctrica. Actualmente estos tipos de paneles están siendo sustituidos por más eficientes y económicos.
b. Paneles fotovoltaicos térmicos: estos paneles en vez de generar electricidad directamente, funcionan por el calentamiento de los tubos que lo componen. Dentro de estos elementos hay un líquido portador de calor que se calienta para posteriormente circular por la vivienda.
Estos paneles funcionan por superficie, por lo que ocuparan más espacio y se destinan a la producción de agua caliente para baños o calefacción.
c. Paneles solares termodinámicos: son los paneles más utilizados actualmente ya sea por su eficiencia como por su menor tamaño. A nivel económico son algo más caros pero esta inversión inicial se compensa gracias a su eficiencia. No dependen directamente del sol para generar energía por lo que pueden llegar a producirla en días lluviosos o nublados.
Energía geotérmica
La energía geotérmica es aquella que procede de la tierra. Los sistemas geotérmicos aprovechan la temperatura elevada del subsuelo para calentar un fluido o aire que se introduce a la vivienda a una temperatura constante de alrededor de los 20ºC.
Es una elección sostenible pero a nivel particular en Slow Studio solemos recomendar la instalación de otros sistemas de energía más eficientes y económicos. Puedes contactarnos para pedir orientación en este sentido ya que cada caso es muy distinto y hay que valorar diversos factores antes de optar por un sistema u otro.
Aprovechamiento y filtrado de agua
Para la obtención de agua se puede recurrir a dos sistemas diferentes. Si tenemos la suerte de tener agua en nuestro terreno podremos excavar un pozo subterráneo, si no es así, podemos recoger agua de lluvia.
En cuanto a las aguas grises que se producen inevitablemente en casa, ya sea en la ducha, lavamanos o del lavaplatos, se puede filtrar mediante plantas en el propio jardín devolviendo el agua al terreno natural, por supuesto en este caso, deberemos utilizar jabones ecológicos que no dañen el medio ambiente.
El agua, ya libre de partículas contaminantes desemboca en una laguna o un depósito. Dependiendo de su uso posterior pasará por algún otro sistema de filtraje para acabar de depurar el agua. Se calcula que la superficie del humedal debería de ser unos 5 m² por persona.
Gestión de residuos. Reducir, reutilizar, reciclar
La gestión responsable de residuos implica una concienciación social global en la que se induce principalmente a minimizar su generación. No suelen conllevar aumentos en el coste de la vivienda ni durante el proceso de construcción ni en su estado de uso. Es una actitud.
Debemos concienciarnos en reducir tanto en el consumo como en los deshechos. Reutilizar esos elementos que pueden tener una segunda o tercera vida y finalmente aprender a reciclar la materia orgánica haciendo compostaje para las plantas.
Hay muchas opciones por las que podemos optar pero en este aspecto lo más importante es ser original y creativo, estar dispuesto a contribuir en primera persona para reducir a cero el consumo propio y de nuestra vivienda.