Proceso de diseño

Diseño de viviendas para teletrabajo

Hoy analizamos el diseño de viviendas para teletrabajo, esencial para el despacho desde la perspectiva de confort y ambiente interior saludable
Publicado el 30 marzo 2021

El teletrabajo está en auge, no solo a raíz de la reciente crisis del Covid-19, sino por el creciente porcentaje de trabajadores freelance que se calcula que en Europa llega a representar ya hasta el 40% de los empleos cualificados. Además, las empresas están tomando cada vez más consciencia de las ventajas que suponen el ofrecer flexibilidad y adaptabilidad a los trabajadores, y es que se ha demostrado que aquellos trabajadores que se les permite organizar su jornada de forma libre, mejoran los índices de satisfacción laboral, eficiencia y compromiso con la empresa.

En España, un país tradicionalmente poco acostumbrado al teletrabajo, ha tenido que adaptarse a marchas forzadas a esta nueva dinámica a raíz del confinamiento.

Recientemente el INE ha publicado un estudio que demuestra que el teletrabajo aumenta la productividad entre el 5 y el 25%. Si bien durante el confinamiento, las familias con niños pequeños han sido las más perjudicadas en este sentido, sí que el cambio de mentalidad y la instauración en muchas empresas del teletrabajo ha llegado para quedarse.

En este nuevo escenario, muchas familias han tenido que reorganizar sus espacios de vivienda para adaptarse a las nuevas exigencias laborales: desde distinción de áreas de trabajo para que cada miembro de la familia pueda tener independencia y privacidad para llevar a cabo reuniones mediante videoconferencia, hasta la adaptación de mobiliario y equipos informáticos que hasta el momento no estaban pensados para soportar largas jornadas de trabajo.

El hecho de que nuestra vivienda se tenga que convertir además en nuestro lugar de trabajo presenta muchos retos que como proyectistas estamos empezando a abordar con cada nueva familia que llega al estudio. Lo que antes era la demanda de un pequeño espacio con una mesa para llevar las gestiones de casa o que los niños hagan los deberes, se ha convertido en la necesidad de una o varias salas en las que varios miembros de una familia puedan llevar a cabo toda una jornada laboral entera sin interrupciones o interferencias acústicas del resto de la familia, con calidad de luz y ambiente interior saludable y en las que el mobiliario y la distribución juegan un papel esencial.

En el artículo de hoy analizamos el diseño de viviendas para teletrabajo, una tarea que hemos incorporado ya al estudio como esencial en cualquier nuevo proyecto y que abordamos desde la perspectiva de confort y ambiente interior saludable.

Nuestra percepción del espacio de trabajo está en manos de su confort ambiental y ambiente interior saludable, que dependen de distintas variables: la temperatura, la ventilación, la humedad, los materiales naturales, el carácter saludable, la acústica, el mobiliario, el contacto con la naturaleza y la iluminación.

Este confort está estrechamente vinculado al diseño bioclimático y es que el hecho de conseguir confort sin necesidad de poner en marcha ningún sistema activo de calefacción o refrigeración (aire acondicionado) incrementa notablemente la calidad del ambiente interior generando espacios sanos.

Esto se consigue mediante el diseño de sistemas pasivos. En invierno, ventanas a sur que captan energía del sol y materiales con inercia térmica que almacenan esta energía de forma natural protegidos por un buen aislamiento. En verano, mediante protecciones solares que impiden que la radicación solar incida en el interior y ventilaciones cruzadas Norte-Sur que refrescan de forma natural el ambiente.

Esta calidad ambiental es compleja y requiere de un intensivo estudio de cada uno de los factores que generan confort en una vivienda, veamos paso a paso cómo conseguir una calidad de ambiente interior saludable.

 

Temperatura

 

En el diseño de viviendas para teletrabajo lo primero que tenemos en cuenta es la nueva necesidad de disponer de una temperatura constante a lo largo de todo el día y de la noche. Muchas familias están acostumbradas a salir por la mañana dejando la casa sola durante toda la jornada laboral, y por lo tanto la calefacción no se enciende hasta la vuelta a casa por la tarde.

En el nuevo escenario, desde primera hora de la mañana tenemos que disponer de una temperatura de confort, esto supondrá un mayor coste energético en forma de consumo, por ello es importante priorizar la captación natural de calor y mantener una temperatura de confort controlada que nos permita trabajar de forma eficiente. La recomendación es que la temperatura interior de nuestro espacio de trabajo debe rondar los 24-25 ºC en verano y los 20-21 ºC en invierno, de esta forma garantizamos una temperatura de confort sin excesivo consumo energético.

En todos los casos, ya sea obra nueva o reforma, la prioridad siempre es intentar conseguir acercarnos al máximo a esta temperatura de confort mediante sistemas pasivos, es decir, sin tener que activar ningún sistema activo de calefacción o aire acondicionado.

 

Conseguir confort mediante sistemas pasivos

 

Pero, ¿por qué es mejor llegar a una temperatura de confort utilizando únicamente sistemas pasivos?

En primer lugar, para reducir nuestro consumo, si yo dispongo de posibilidad de captar sol mediante ventanas, almacenar el calor en el interior y que no se escape porque tengo un buen aislamiento, a lo largo del día consigo calentar mi estancia de forma natural sin consumo de energía ya sea renovable o no.

En segundo lugar, por cuestiones de salud, cualquier modificación del ambiente interior genera una alteración de las condiciones del aire natural. Si utilizamos calefacción resecamos el ambiente, robándole humedad, lo mismo ocurre cuando encendemos el aire acondicionado. Los humanos hemos evolucionado para vivir en un ambiente con una humedad relativa de alrededor del 50% por debajo de estos niveles nuestras mucosas se resecan, reduciendo nuestras defensas ante virus y bacterias. Así, un ambiente que se calienta de forma natural es mucho más salubre.

 

La reciente actualización del Código Técnico de Edificación

 

El Código Técnico de Edificación de cada país de la Unión Europea debe actualizarse según la directiva europea cada 5 años, en España se está actualizando de media cada 7 años y la última actualización fue publicada en diciembre de 2019 entrando en vigor -con los retrasos a raíz del COVID-19- en junio de 2020. En esta última actualización se recoge la obligatoriedad de construir viviendas de consumo nulo.

Aquí tenemos varios escenarios, desde arquitectos que trabajan con ingenierías buscando estrategias para cumplir los requerimientos de eficiencia que se le exige a una vivienda hoy en día, pasando por empresas o certificaciones que siguen un único patrón de trabajo como son la certificación Passivhaus y que son una especia de “manual para construir una vivienda pasiva” de forma algo rígida y académica pero que consiguen garantizar al cliente una vivienda de consumo nulo con independencia de la experiencia o pericia del equipo de arquitectura.

Y un último grupo de empresas de construcción pack todo en uno por catálogo que prometen prefabricados a bajo coste y que consiguen sistemas estancos de viviendas en los que insertan maquinarias de aerotermia que inyectan aire caliente y como la vivienda es como un termo efectivamente cumplen los requerimientos de eficiencia que exige la normativa pero con una calidad de ambiente interior muy cuestionable sobre todo en cuando a la relación entre temperatura y humedad y la salubridad del espacio.

Es por este motivo que en el diseño de viviendas para teletrabajo es importante colaborar con una ingeniería especializada en cálculos de demanda y analizar las instalaciones que necesitamos desde el punto de vista de la inversión-rentabilidad pero también desde el punto de vista de la salud es clave para conseguir un ambiente interior saludable en el que poder pasar toda la jornada laboral en condiciones de confort.

 

Sistemas de generación y distribución de energía

 

En este sentido, es importante conocer a fondo los sistemas de generación y distribución de energía, para comprender que un modelo de calefacción por aire, que reduce la humedad relativa en una vivienda muy estanca, fácilmente convertirá ese interior en un aire insalubre, una condición inaceptable en el caso del diseño de viviendas para teletrabajo, en el que el usuario va a pasar gran parte de su tiempo a lo largo de la semana.

El primer paso para poder tomar decisiones en relación al sistema de producción de energía y de distribución de calor es el estudio de demanda energética.

Estos sistemas se dividen en dos tipos, los sistemas de generación de energía y los de distribución:

 

– El sistema de generación está conectado al sistema de captación, y es el que traslada esta fuente, renovable o no, en energía calorífica mediante la generación de agua caliente o aire caliente/frío.

– El sistema de distribución consiste en los aparatos/paramentos que se implementan para distribuir el agua/aire caliente a lo largo de las estancias para aclimatar la vivienda. Los mecanismos son varios, pudiendo ir desde un clásico radiador de convección, hasta un suelo o pared radiante o incluso la distribución por aire.

 

A continuación, vamos a realizar un pequeño resumen de las opciones de sistemas de energía activa para generar calor que tenemos.

El más común en España es el gas fósil, también conocido como gas natural, que emite menos CO2 y compuestos de nitrógeno perjudiciales para la salud que alternativas como el carbón durante su combustión, pero que en cambio puede tener escapes metano, un gas de efecto invernadero 28 veces más potente.

La biomasa, también conocida como pellets o astillas, emite CO2 durante su combustión, aunque se asegura que el CO2 emitido ya ha sido absorbido por el árbol durante su crecimiento. Se trata de una afirmación cuestionada sobre todo cuando los bosques no son de gestión sostenible o cuando los pellets viajan grandes distancias.

Y finalmente la electricidad, que podemos comprar a la red o generarla mediante placas fotovoltaicas. Con ella podemos hacer funcionar una bomba de calor geotérmica (intercambio con temperatura terrestre) o aerotermica (intercambio con temperatura del aire exterior). Ambos sistemas tienen un coste elevado y si nuestro edificio ya funciona de forma pasiva puede ser difícil de amortizar.

La realidad es que ninguna fuente de energía es la solución a todos los problemas y hay que valorar cada caso mediante el cálculo de demanda energética, uso del espacio, microclima de la ubicación, condiciones del terreno y no menos importante, posibilidad de amortizar la inversión.

Lo importante es conseguir reducir la demanda de energía para que el aporte activo sea mínimo y poder utilizar sistemas de bajo impacto, bajo coste y amortizables. Se pueden dar situaciones en las que la demanda será tan baja, que la inversión en el sistema de generación de energía no sea amortizable, en estos casos es recomendable optar por sistemas puntuales que solucionen la demanda de las estancias que no consiguen temperatura de confort como pueden ser las que están orientadas a norte.

Y es que muchos estudios de demanda energética en los que se han solucionado correctamente las estancias mediante estrategias de la arquitectura pasiva (captación y almacenamiento del calor del sol en invierno y protección y ventilación en verano) se obtienen resultados en los que se demuestra que algunas de las estancias, sobre todo aquellas bien orientadas a sur, estancas y bien aisladas, no necesitan ningún aporte energético porque la temperatura media anual ya es suficiente para asegurar el confort climático.

Ventilación

 

La ventilación sirve para dos propósitos: para refrigerar en verano y como sistema de renovación de aire – ya que en cualquier estancia en la que hay un uso se acumulan distintos tipos de agentes nocivos como CO2 o componentes orgánicos volátiles (COV’s) emanados por pinturas, barnices o retardantes de llama presentes en muchas superficies textiles por ejemplo.

Respecto a la refrigeración, existen varias estrategias pasivas de la tradición vernácula, como sería la ventilación cruzada, que consiste permitir el paso de aire entre ventanas en fachadas opuestas Norte-Sur, basada en el principio de que el contraste térmico entre la cara fría y la caliente propicia los movimientos de convección.

En España tenemos ejemplos como las corralas sevillanas, en la que la apertura de patios facilita esta dinámica, a la vez que añaden la presencia de agua mediante fuentes, cuya evaporación absorbe energía del ambiente rebajando la temperatura.

Sin embargo, cuando hablamos de viviendas pasivas, que se caracterizan por una elevada inercia y aislamiento, en determinadas situaciones como cuando la temperatura exterior sea más elevada que la interior, puede resultarnos más interesante evitar la ventilación, siempre que garanticemos la renovación de aire mecánicamente.

Con el objetivo de asegurar la renovación del aire interior, la normativa española de edificación distingue dos documentos: el Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de las Instalaciones Térmicas del Edificio (RITE).  Cuando se trata de vivienda, trabajamos con el CTE, pero en el caso de la oficina, es decir de edificios no destinados a uso residencial, la normativa a aplicar es el RITE.

Así, en el caso de diseño de viviendas para teletrabajo, a diferencia de los espacios de trabajo, aplicaremos la normativa CTE que exige un caudal mínimo constante en locales habitables que va de los 6 a los 10 l/s en función del uso de los espacios interiores. El RITE resulta más exigente en el caso de las oficinas, considerándolas aire de buena calidad junto con usos como residencias, salas de lectura, museos o aulas de enseñanza, entre otros y exigiendo un flujo de 12,5 l/s.

Además, para conseguir tal renovación de aire debemos usar dos sistemas de ventilación: la natural y la mecánica. Desde junio de 2020, con la última actualización del CTE, se exige que todas las construcciones de obra nueva tengan garantizado un sistema de ventilación mecánica debido a la creciente estanqueidad de las viviendas.

Esta hermeticidad en aumento puede derivar en altas concentraciones de CO2 u otros gases o partículas contaminantes en los espacios interiores, por lo que resulta importante poder cuantificar estas cantidades mediante medidores de CO2.

Pasa a menudo que en edificaciones antiguas, en las que la renovación de aire depende estrictamente de la apertura de las ventanas, resulta difícil en invierno ventilar tanto como en verano, y más si no se sabe cuánto rato es necesario. Por ello, un medidor de CO2 indica cómo de cargado está el ambiente, siendo idóneo situarse entre los 420 ppm (que es la concentración exterior actual) y los 800-1000 ppm para garantizar un ambiente saludable.

Por otro lado, existen los llamados medidores de presión, en este caso conectados a los sistemas de ventilación mecánica, que detectan automáticamente los cambios de presión cuando se abre una puerta o una ventana y por lo tanto hay gente en casa y activan el sistema de renovación de aire. Gracias a estos elementos se consigue una vivienda más eficiente, consumiendo energía para tal fin solo cuando sea necesario.

En este sentido, la media de renovaciones por hora dependerá si hablamos de una renovación que se efectúa las 24h o si disponemos de sensores de presión o CO2 que permiten que el sistema actúe sólo cuando resulte imprescindible.

Nuestra experiencia nos ha llevado a trabajar con dos valores diferenciados en función de cada situación a partir de los estudios en viviendas unifamiliares. El valor de 0,25 renovaciones/h resulta idóneo cuando los sistemas trabajan las 24h, mientras que en caso de disponer de sensores, se trabaja con el valor de 0,18 renovaciones/h.

Algunos de estos sensores no solo hacen referencia a la concentración de CO2, y es que también pueden ser capaces de medir la concentración de COV’s una serie de contaminantes del aire interior. En todo caso, las mejores herramientas para evitar la presencia de tóxicos es apostar por materiales y acabados naturales, como desarrollaremos más adelante.

 

Humedad

 

La humedad se encuentra estrechamente vinculada con la percepción térmica a la vez que con la ventilación, que supone un mecanismo de regulación de la humedad de manera natural. Sin embargo, no hay que subestimar la capacidad de algunos materiales de regularla también naturalmente, los llamados materiales higroscópicos. De hecho, estos materiales suelen ser de origen natural y se consideran materiales vivos, puesto que se adaptan y responden orgánicamente a las condiciones climáticas de los espacios.

Materiales como la arcilla o la madera, usados ya sea en la construcción de los espacios o simplemente en los acabados, pueden regular de forma natural las condiciones de humedad de un espacio.

Y es que los humanos estamos en condiciones de confort y salud en humedades relativas que rondan el 50% con un margen del 40 al 60%, por debajo de estos valores nuestras mucosas se resecan reduciendo nuestras defensas, por encima de estos valores corremos el riesgo de generar caldos de cultivo para mohos y bacterias.

Como siempre, se trata de alcanzar un equilibrio natural que muchas veces no pasa por una solución específica, sino por conseguir un equilibrio utilizando materiales naturales y poco transformados que nos ayuden a regular de forma natural el ambiente interior.

Materiales naturales y salud

 

Cuando hablamos de materiales y salud en relación al confort ambiental del diseño de viviendas para teletrabajo, la solución siempre pasa por apostar por materiales y acabados naturales.

En primer lugar, influye el contacto directo del usuario con los materiales, a través tanto de acabados como del mismo mobiliario. Los materiales pueden resultar más fríos o cálidos al tacto, y tal percepción depende en realidad de si resultan más o menos conductores, puesto que los primeros lo que están haciendo en realidad es absorber la energía de nuestro cuerpo, de ahí la sensación de frío.

Por todo esto, los materiales cálidos resulten más confortables, y en gran medida destaca un material natural imprescindible como es la madera, siempre que sea de gestión local y ecológica.

Otros materiales naturales tradicionales como son materiales pétreos y cerámicos funcionan bien puesto que su elevada inercia térmica nos permite almacenar calor de forma natural.

Además, los materiales de origen natural suelen caracterizarse por gozar de un mejor funcionamiento energético, permitiendo en muchos casos un gran almacenamiento de energía. También son reguladores naturales tanto de la humedad como de la acústica, gracias a su elevada porosidad que les permite absorber a la vez que transpirar, adaptándose a las condiciones de cada momento.

Desde el punto de vista estético, se trata de materiales que generan un mejor impacto visual, y que cuando se muestran vistos aportan veracidad constructiva, dándonos a entender de qué están hechas las cosas en todo momento. Asimismo, nos permiten tomar consciencia de que nos encontramos en un ambiente con una menor concentración de químicos, siempre tan presentes y a la vez nocivos para nuestra salud.

Respetar la pureza y naturaleza de los materiales nos permite también evitar distracciones, generando ambientes neutros que no nos agobien y propicien la concentración.

A todo esto debemos añadir las nociones de salud y salubridad, que durante los últimos años hemos llegado a confundir con higienismo, preocupándonos de desinfectar con productos químicos que eliminan bacterias nocivas pero también afectan directamente a nuestro organismo.

Abordar este tema desde el punto de vista de las estrategias pasivas pasa por poner el foco en la prevención, y está estrechamente ligada no sólo a los materiales constructivos, también a los acabados o composición de objetos cotidianos, que al final es con los que tenemos contacto directo.

Así, una casa construida íntegramente en cerámica, que apuesta por los aislamientos naturales puede estar pintada con una pintura plástica que va expulsando COV’s tóxicos al ambiente, inhabilitando todo este esfuerzo previo.

Derivado de este hecho, cada vez aparecen más casos de usuarios con la llamada sensibilidad química múltiple, probablemente fruto de la larga exposición a gran cantidad de químicos.

Algunos despachos comprometidos con este tema, están llevando a cabo interesantes estudios con el objetivo de dar veracidad y transparencia a los materiales, como es buen ejemplo de ello la página Transparency de Perkins & Will en la que se van catalogando los materiales de construcción y se proporciona información sobre su toxicidad. Otra fuente de información es la base de datos de sustancias tóxicas y peligrosas desarrollada por el gobierno español llamada risctox, en la que se detallan todas las implicaciones nocivas tanto para las personas como para el planeta.

Otro problema de salud ligado a la conductividad de los materiales y no a sus COV’s es el concepto de edificio enfermo, que deriva del diseño de grandes edificios de oficinas sin ventanas practicables en cuyo interior todos los acabados son de materiales plásticos. Debido a este hecho, se carga de una fuerte electricidad estática llegando a afectar gravemente la salud de sus trabajadores. En el diseño de viviendas de teletrabajo debemos tener en cuenta el hecho de disponer cargas de electroestática demasiado elevadas que pueden generarse cuando trabajamos con mobiliario sintético y muchos elementos electrónicos o eléctricos que no descargan correctamente a través de una toma de tierra.

 

Acústica

 

La acústica resulta imprescindible para determinados trabajos que requieren una elevada concentración o necesidad comunicación. Debemos ser conscientes de cómo desde el diseño de viviendas para teletrabajo podemos influir en factores como la capacidad de concentración, la disminución de las distracciones, tasa de error y estrés.

Del mismo modo, también puede interesarnos en determinadas situaciones facilitar la comunicación, como en el caso de una reunión, que a raíz de la expansión de las reuniones online requieren mejor calidad ambiental a nivel acústico y para lo cual podemos emplear otro tipo de estrategias arquitectónicas.

El primer factor a tener en cuenta es el concepto de tiempo de reverberación, que es el período que tarda el sonido en extinguirse, rebotando contra los objetos que encuentra a su paso. Así, si los acabados tienen gran capacidad de absorción, el tiempo de reverberación se limita.

Se trata de un efecto que experimentamos sobre todo al entrar en un piso totalmente vacío, dónde nos damos cuenta que al hablar nuestras palabras resuenan mucho. La capacidad de absorción viene dada por materiales porosos, una característica que suelen propiciar los materiales naturales por encima de los artificiales y que, como comentábamos antes, se relacionan estrechamente con sus capacidades higroscópicas. Un buen ejemplo de acabado natural y altamente absorbente es el acabado de corcho, muy empleado en espacios docentes.

Más allá de los simples acabados, existen los llamados paneles acústicos, que se colocan exentos a los paramentos para reforzar esta absorción acústica y pueden llegar a colocarse colgados del techo, entre mesas de trabajo o incluso detrás de los libros en las estanterías.

Tal estrategia, además de disminuir el tiempo de reverberación, consigue hacer disminuir el ruido ambiente, un nivel de sonoridad constante que medimos mediante decibelios. Por su parte, este ruido está estrechamente relacionado con el aislamiento acústico que poseen muros y techos y que nos aíslan de dos tipos de ruido: el sonido aéreo y el sonido de impacto.

El sonido aéreo, aquél que se transmite por aire, el de una persona hablando al otro lado del muro, se minimiza gracias a las prestaciones del aislamiento acústico contenido en el muro, o paneles que podamos añadir para tal función.

Por su parte, el sonido de impacto está relacionado con los acabados, sobre todo en suelos, puesto que una moqueta o un entarimado de madera minimizarán el golpe en el piso superior y la transmisión de su vibración a través de nuestro techo.

Estudios analizan la relación entre la intensidad del ruido ambiente y los efectos psicológicos que pueda llegar a tener en una persona sometida a él durante largos períodos de tiempo, concluyen que el ruido ambiente constante debe ser inferior a 50 dBA, considerado un bajo nivel de sonoridad. A partir de 60 dBA puede llegar a aumentar la tensión arterial y disminuye la capacidad de reacción y concentración, mientras que los niveles superiores a 120 dBA llegan a presentar estrechamiento del campo visual y disminución de la percepción de colores.

Mobiliario

 

El mobiliario en el diseño de viviendas para teletrabajo resulta imprescindible por dos factores: su capacidad ergonómica, puesto que vamos a pasar largo tiempo sujetos a sus formas, y los materiales de los que están compuestos y acabados. Estos segundos deben impedir el contacto frío al tacto que merme nuestro confort ambiental, así como la generación de electricidad estática derivada de materiales plásticos o el desprendimiento de tóxicos al ambiente.

Normalmente el material por excelencia para mobiliario es la madera en la que es importante evitar barnices o pinturas para evitar emanaciones tóxicas pero también para garantizar su correcta higroscopicidad.

Otro factor importante a nivel de salud, más allá de los tóxicos, tiene que ver con la ergonomía. Se trata de una rama de la fisiología, es decir la adaptación de los edificios a las necesidades del ser humano para favorecer la salud, que originalmente se enfocaba en el espacio laboral.

La ergonomía consiste en la adaptación del trabajo y del puesto de trabajo (movimiento, proceso laboral, aparatos, máquinas, espacio, etc.) a la persona, pretendiendo que coincida con sus características anatómicas y psicológicas. Uno de los elementos de una oficina donde se debe prestar más atención es la silla, responsable de adoptar una buena postura y no tener futuros dolores de espalda. De hecho, en España, el 50% de las personas dicen haber sufrido dolor de espalda al menos durante una etapa de su vida y cada vez hay más deformaciones de la columna vertebral en niños y jóvenes.

La empresa escandinava Varier ofrece modelos de silla alternativos que se inspiran en el movimiento, analizando que el mayor problema deriva de la excesiva rigidización de la espalda al tenerla estática durante tantas horas en las sillas convencionales.

Por eso conviene alternar entre tensión y relajación muscular mientras se está sentado, es decir, sentarse de forma dinámica. Estudios recomiendan trabajar sobre las conocidas bolas de yoga, que permiten mover cadera y columna facilitando el flujo del llamado líquido cefalorraquídeo, que se encuentra en los discos intervertebrales y sirve para amortiguar y protegernos de las lesiones de espalda.

Varier, cuyo objetivo es el de desafiar nuestro estilo de vida sedentario, se basa en este conocimiento científico y genera dos modelos diferentes que son reconocidos por sus efectos positivos sobre la salud: el modelo con balancín y las conocidas sillas de rodillas. En el caso de las rodillas, la idea reside en contrarrestar en particular el vuelco de la pelvis, que provoca sobre todo la deformación y contracción de la zona lumbar.

Aunque la silla de rodillas propicia la postura correcta de la espalda, no ha prevalecido. Se ha visto que la mayoría de los usuarios desplazan inconscientemente una parte excesiva de su peso sobre las rodillas y que las doblan demasiado. Si se permanece demasiado tiempo en esta postura se pueden producir lesiones en las rodillas y problemas de circulación sanguínea.

Por su parte, el modelo balancín facilita un movimiento que tiene un efecto positivo sobre el mecanismo de bombeo y absorción de los discos intervertebrales. Un balanceo suave tranquiliza y aumenta la concentración, y estimula la cabeza, haciendo que la mitad izquierda y la derecha del cerebro trabajen juntas de forma más armoniosa, es decir que el pensamiento creativo y lógico interactúen mejor.

Otros factores a tener en cuenta son la altura de la silla en relación con la de la mesa, que de media deberán diferenciarse de unos 27-30 cm, y que idóneamente será la que nos permite recostar los pies en el suelo formando un ángulo recto con nuestras piernas, así como apoyar los antebrazos siguiendo el mismo ángulo. La altura del asiento debe situarse entre 42 y 56 cm según la talla de la persona, su profundidad de los 38 a los 44 cm y su anchura de 40 a 48 cm.

Por su parte, los equipos informáticos se han vuelto un elemento imprescindible que hasta el momento no estaban pensados para soportar largas jornadas de trabajo. La posición ideal de la pantalla se encuentra por debajo del eje visual horizontal, y debe estar al menos a un brazo de distancia. La razón es que si la pantalla está demasiado cerca o a una altura incorrecta, la postura corporal tiende a agarrotarse.

 

Contacto con la naturaleza

 

Existen afirmaciones en abstracto bastante innegables, como reconocer que el verde nos hace bien. Se trata de una consciencia que todos tenemos, y sabemos que es cierta, pero sobre la que no se han ejecutado todavía demasiados estudios rigurosos como para demostrarlo.

Sin embargo, la pandemia ha revalorizado este concepto, destacando las ‘salidas al exterior’ de las viviendas, los espacios de transición o espacios semi-exteriores. Todo ello responde al contacto con el clima que defendíamos en el inicio del artículo y que nos da consciencia de en qué época del año estamos, qué momento del día y permitiéndonos así conectar con nuestra propia naturaleza y aquella que nos rodea.

Además, algunos de estos espacios como los invernaderos responden a estrategias climáticas que consiguen calentar el aire para aprovecharlo durante la noche, propiciando así climas alternativos al puro interior que se adaptan mejor al usuario, ofreciendo una mayor capacidad de concentración.

La presencia de plantas, que a su vez regulan la humedad, nos aporta serenidad y paz, así como la posibilidad de establecer una relación visual con la naturaleza del exterior.

Iluminación

 

Otra característica imprescindible en el diseño de viviendas para el teletrabajo es la iluminación de los espacios. La iluminación del área de trabajo debe contar con cierta calidad porque, como señalan los estudiosos del tema, el 80% de la información que llega al cerebro es de origen visual.

Los principios de la arquitectura pasiva nos hablan de aprovechar los recursos al máximo, por lo que en general el objetivo será el de minimizar el uso de iluminación artificial. El problema reside en que la luz diurna resulta más difícil de controlar, por lo que deberemos ser muy conscientes de qué luz y de que herramientas disponemos para tamizarla y evitar la radiación directa.

Cuando hablamos de iluminación natural, no podemos obviar la orientación de los espacios, siendo la luz de Norte la mejor para trabajar, puesto que no genera tanto claroscuro ni sombras que nos tapen el trabajo que estamos realizando. Además, resulta mucho más constante a lo largo del día y no implica radiación directa. En el caso de trabajar con un ordenador, es importante que la pantalla esté de espaldas a la incidencia del sol, para que así el contraste vaya a nuestro favor y la luz no se refleje en la pantalla.

De manera parecida a las condiciones acústicas, malas condiciones visuales afectan la sensación de bienestar de los trabajadores, reducen su productividad y aumentan la incidencia de errores y accidentes.

Así, ante la falta de iluminación natural, la iluminación artificial debe contrarrestar la situación hasta un nivel medio de 500 luxes. Se trata de una media, no de un mínimo, debido a que un exceso de iluminación puede suponer una situación de deslumbramiento.

Por ello, es imprescindible la regularidad de esta luz añadida, ya que distintos ojos pueden demandar distintas luminancias en un mismo espacio. Por ejemplo, se calcula que una persona mayor puede requerir hasta un 60% más de iluminación que la misma persona en etapas tempranas de su vida, y a su vez tiene mayor facilidad de deslumbramiento.

Las luminarias se caracterizan, además por su cantidad de luz y capacidad de regulación, por su color aparente, es decir la temperatura de color, que se clasifica según cálido, medio y frío. Los colores cálidos suelen resultar más acogedores. Sin embargo, hay que vigilar que no sean tan cálidos que disminuyan el rendimiento del color, que es la capacidad de esta luz para reproducir fielmente los colores de los objetos iluminados, y se mide conforme al índice de rendimiento de color, el IRC.

En la actualidad, la que se utiliza en mayor medida para iluminación es la tecnología LED que, pese a resultar un poco fría, tiene un buen IRC y permite un alto ahorro económico al ser muy eficiente energéticamente y tener una vida útil muy larga.

 

Teletrabajo y trabajo en equipo

 

Sin duda en el momento en que planteamos el diseño de viviendas para teletrabajo, debemos abordar la cuestión de la socialización y el trabajo en equipo.

En este sentido, Nicholas Bloom, profesor de Economía en Stanford, investiga el teletrabajo como nueva forma de producción y nos habla de las implicaciones que tiene a nivel de innovación y productividad. Según él, si se generan las características necesarias para disponer de un ambiente acogedor, no tener que conciliar con el cuidado familiar, tener un wifi potente y un equipo informático adecuado, la productividad está destinada a aumentar.

Sin embargo, la innovación disminuirá debido a la falta de encuentros entre trabajadores interdisciplinares que establezcan una charla informal que propicie la creatividad y la disrupción creativa. De esta reflexión viene la proliferación en los últimos años de espacios coworking, puesto que muchas personas se han dado cuenta de las sinergias que genera esta dimensión social del trabajo.

De hecho, existen artículos que aportan datos sobre cómo durante el periodo de confinamiento se generaron muchos menos artículos técnicos, en primer lugar porque un gran número de científicos se vieron desbordados por la carga que implica conciliar el cuidado de los niños con el trabajo, y en segundo lugar por esta falta de innovación y conocimiento a través de las relaciones sociales.

Por todo esto, debemos tratar de minimizar este impacto mediante el diseño de viviendas para el teletrabajo a través de la personalización del espacio, convirtiendo nuestra impersonal oficina en un ambiente humano y acogedor. Además, en determinadas ocasiones puede resultar difícil independizar un espacio de trabajo para nosotros solos, por lo que debemos intentar trasladar la reflexión de Bloom a estos espacios domésticos de trabajo compartidos y obtener ventajas de trabajar en compañía.