Proceso de diseño

10 claves para construir una casa pasiva

Selección de 10 claves para para construir una casa pasiva entre las que encontramos 9 estrategias pasivas y una de activa, un mínimo aporte energético.
Publicado el 22 enero 2019

En un planeta con recursos limitados y una lógica de crecimiento sistemática, cada vez hay una toma de conciencia mayor sobre la insostenibilidad de dicha situación. Es por este motivo que las casas pasivas ganan peso en esta nueva forma de entender la vida y la vivienda de forma sostenible, hoy tratamos a fondo lo que nosotros llamamos las 10 claves para construir una casa pasiva.

Y es que, para conseguir que nuestras casas funcionen con energías renovables sin mermar el confort al que estamos habituados, es importante reducir al máximo el consumo energético. Pero, ¿cómo se consigue tal propósito? Y, lo que es más, ¿es necesario sacrificar el confort que ha alcanzado nuestra sociedad en los últimos tiempos?

La respuesta se encuentra en un modelo de vivienda autosuficiente que requiere la energía mínima para garantizar las comodidades del siglo XXI, postulándose así como una alternativa de futuro que se nutre de conceptos de la arquitectura tradicional – aprender de la historia para no volver a cometer los mismos errores. Así pues, éste amalgama de estrategias arquitectónicas comparten una serie de claves que desarrollaremos en el artículo de hoy.

Veamos una lista previa de las 10 claves para construir una casa pasiva:

 

1.Valorar las posibilidades de construcción

2. Priorizar la captación solar

3. Aprovechar la inercia térmica

4. Aumentar el aislamiento

5. Alcanzar la estanqueidad al aire

6. Garantizar la ventilación cruzada

7. Invertir en ventanas de alta calidad

8. Evitar los puentes térmicos

9. Usar el efecto invernadero

10. Generar aporte energético restante renovable

 

Más allá de las 10 claves para construir una casa pasiva que repasaremos a continuación en detalle, debemos recordar que el objetivo principal de una casa pasiva es adaptarse a los recursos disponibles del lugar.

 

¿Qué es una casa pasiva?

 

No es la primera vez ni será la última que definimos las claves para construir una casa pasiva, un concepto con el que nos sentimos identificados tanto a nivel personal como profesional. A grandes rasgos, esta forma de arquitectura combina sistemas constructivos y materiales que trabajan a nuestro favor para conseguir unas condiciones ambientales interiores agradables y saludables. Las estrategias para llevar a cabo tal proyecto se dividen en pasivas y activas – dónde las primeras se sirven de recursos naturales, mientras que las segundas de sistemas mecánicos para cubrir la demanda energética restante en los meses en que las condiciones exteriores son más desfavorables.

Así pues, vemos como una de las ventajas de la casa pasiva supone la reducción de consumo de energía, por lo que estamos minimizando la hipoteca energética sin necesidad de sacrificar las condiciones de confort a las que estamos acostumbrados. Concretamente, tal reducción respecto a una casa convencional se calcula entre el 80 y 90%. ¿Sorprendido, no? A continuación, desvelamos las claves necesarias para convertir este aparente sueño en realidad.

 

10 claves para construir una casa pasiva

 

Hemos seleccionado una lista de estrategias clave para construir una casa pasiva entre las que numeraremos 9 estrategias pasivas y una de activa que la dejamos para el número 10 y es que toda casa pasiva necesita un mínimo aporte energético para garantizar el confort de los habitantes.

 

1. Valorar las posibilidades de construcción

 

Cómo acabamos de explicar, a menor consumo menos gasto energético, tanto para el planeta como para nuestro bolsillo. Como en todas las inversiones a largo término, el cliente suele mostrarse reacio a invertir más dinero en la construcción de su futuro hogar, pero tomar conciencia de las ventajas y la futura amortización de esta inversión puede convencernos. Así pues, es cierto que nos será necesaria una mayor inversión inicial, pero se calcula que en unos 10 años la habremos recuperado. De hecho, las normativas de construcción actuales cada vez son más estrictas en este sentido y hay países europeos que ya obligan a que las casas de nueva construcción sean de consumo nulo como condición indispensable para otorgar licencia de obras.

En la otra cara de la moneda, encontramos un aporte muy difícil de valorar en términos económicos: el beneficio de un estilo de vida sostenible a la salud personal. Y es que, del mismo modo que la filosofía de Slow Studio, los proyectos bioclimáticos priorizan el uso de materiales naturales producidos con procesos respetuosos con el medio ambiente, por lo que no contienen químicos y autorregulan su humedad, dos características sumamente beneficiosas para nuestra salud. Como podemos observar, hay que hacer un cambio de mentalidad al evaluar las posibilidades de construcción en términos de beneficio personal y no solamente económico.

 

 

2. Priorizar la captación solar

 

Un primer paso para implantar una casa bioclimática en un solar pasa por entender el clima del lugar y la relación del proyecto con las posibilidades de captación y protección solar. Entendiendo el cambio invierno/verano de nuestro clima, no hay que subestimar la capacidad del sol para calentar la casa, pero también hará falta buscar la forma de protegernos en verano sin perder calidad de luz interior. Así pues, los acristalamientos serán esenciales en nuestra futura casa pasiva, teniendo en cuenta conceptos como su orientación, tamaño, sistemas de protección solar y sistemas de captación solar.

Otra concepción común califica las ventanas como focos de pérdida de calor, pero también hay que tener en cuenta que esto depende en mayor parte de su orientación. Es por este motivo que en casas bioclimáticas se calcula una necesidad alrededor del 70% de superficie de la fachada sur acristalada, mientras que reducimos al máximo las aberturas en el resto de orientaciones debido a su falta de aislamiento. Al mismo tiempo que orientamos las aberturas también estamos orientando las estancias en relación a su programa, por lo que habitaciones de vida diurna como son el comedor también irán orientadas a sur para aprovechar el calor del sol durante el día.

La contrapartida llega con la necesidad de hacer frente al sobrecalentamiento en verano, con estrategias como porches, pérgolas y filtros solares en las ventanas. Los dos principios esenciales son el aprovechamiento del cambio de inclinación solar en verano e invierno – por lo que podemos tener un simple elemento estático que nos proteja en verano mientras deja pasar los rayos de sol en invierno – y la colocación de tales elementos siempre en la cara exterior del cristal, para evitar el efecto invernadero (del que hablaremos más adelante).

 

3. Aprovechar la inercia térmica

 

La inercia térmica es un concepto también muy repetido en este blog, pero muy importante de cara a entender los principios en que se basan las estrategias pasivas. Esta hace referencia al tiempo que necesita un material para calentarse, una medida directamente proporcional al tiempo que este tardará en desprender ese calor. Por lo que un muro con mucha inercia almacenará calor de la radiación durante el día para luego liberarlo en el ambiente frío de la noche.

En nuestro clima, a diferencia de cómo se ha construido en los últimos años de desenfreno inmobiliario, interesa que la inercia del muro se mantenga en el interior y protegerlo con aislamiento en la cara exterior. Es decir, tenemos un muro de ladrillo o de hormigón que acumula calor en el interior de la casa y este muro dispone de un aislamiento y protección en la cara exterior, de esta forma el calor que entra por las ventanas o que se genera por el propio uso de la casa se acumula en el muro y éste no disipa el calor porque está abrigado por fuera.

En verano, el proceso se invierte y lo que queremos conseguir es que este muro no se caliente, por ello, nos servimos de la protección solar para evitar que el sol entre en casa y ventilamos gracias a aberturas en direcciones opuestas (norte-sur), los muros de nuestra casa se mantienen frescos y como están aislados por fuera, no ganan calor de la exposición al sol.

Materiales con gran inercia térmica habituales en la construcción de viviendas bioclimáticas son el hormigón, los ladrillos cerámicos o de tierra compactada y la piedra. Además, es importante considerar las cualidades del propio terreno como amortiguador de frío-calor, las casas semienterradas son una forma excelente de aprovechar la inercia térmica del propio terreno y reducir las variaciones de temperatura interior.

 

 

4. Aumentar el aislamiento

 

Sin duda una de las principales claves para construir una casa pasiva. Se trata de una estrategia ligada al concepto anterior, cuyo principio supone minimizar las pérdidas de calor para así poder mantener una temperatura adecuada en el interior de la vivienda el máximo tiempo posible. La llamada transmitancia térmica mide la velocidad a la que se transmite cierta cantidad de calor por un material – dicho de otra forma, lo rápido que ese material pierde calor. Así pues, el aumento en el aislamiento intenta minimizar el intercambio de calor de los distintos paramentos con el exterior, siendo los más problemáticos fachadas y cubierta.

En comparación con una vivienda convencional, una casa pasiva debe disponer de mayor cantidad de aislamiento puesto que no cede este trabajo a los sistemas mecánicos. Mientras que en el primer tipo suelen colocarse entre 5 y 12 cm de aislamiento, una casa bioclimática debe disponer de un mínimo de 15 a 20 cm de grosor. A su vez, este grosor no tiene por qué estar repartido de forma equitativa, sino que se puede entender que una fachada a norte deberá disponer de un mayor aislamiento al ser la que goza de menor radiación y por lo tanto mayor fuente de pérdidas de calor en invierno.

 

5. Alcanzar la estanqueidad al aire

 

Debemos tratar de alcanzar la estanqueidad al aire, es decir evitar filtraciones de aire que puedan suponer una bajada de la temperatura interior de las estancias. La falta de intercambio de aire con el exterior a veces sorprende a muchos clientes que piensan que el aire interior quedará viciado, pero en las casas pasivas se asegura siempre una renovación del aire interior que de hecho es de obligado cumplimiento por normativa de construcción y que se suele llevar a cabo por vías mecánicas de renovación de aire.

Al controlar el intercambio de aire fresco, existe la forma de filtrarlo y así aumentar todavía más los beneficios a la salud de sus habitantes, sobre todo si viven en la ciudad.

Lo más importante en cuanto a renovación de aire es la condición de que el aire exterior introducido no entre a la temperatura ambiente exterior sino que tengamos formas de precalentarlo, es decir, si fuera estamos a 2 grados, podemos precalentar este aire por ejemplo a través de un invernadero o bien de un tubo canadiense que circula bajo tierra de forma que el aire fresco entre en casa a una temperatura alrededor de 20-22 grados.

 

 

6. Garantizar la ventilación cruzada

 

Una ventilación cruzada efectiva se consigue cuando ubicamos aberturas ya sean ventanas o puertas en direcciones opuestas, especialmente en fachadas frías y calientes, es decir norte y sur, esto genera corrientes de aire naturales por diferencia de temperatura que aumentan la sensación de confort.

La estrategia pasa por evitar distribuciones muy compartimentadas, que dificultan garantizar la ventilación de todas ellas, así como proponer patios interiores que permiten este intercambio de una forma más controlada.

 

7. Invertir en ventanas de alta calidad

 

Como ya hemos mencionado antes, la casa pasiva pone énfasis en el aislamiento y su estanqueidad al aire, dos características que pasan por controlar las características técnicas de sus aberturas al ser el punto de mayor pérdida de energía del envolvente del edificio.

Debemos fijarnos en los dos elementos que componen la ventana: el cristal y la carpintería. Los cristales pueden constar de dos o tres capas, entre las cuales se pueden ubicar cámaras de baja emisión. Asimismo, la carpintería debe disponer de un sistema de rotura de puente térmico – concepto que desarrollaremos en el siguiente punto – y resolver correctamente su encuentro con el muro, punto de mayor problemática.

 

8. Evitar los puentes térmicos

 

Las pérdidas de energía se dan a través del punto más desfavorable del envolvente, por lo que toda la inversión en aislamiento puede resultar en vano si dejamos puntos de contacto con el exterior sin aislar correctamente, es decir puentes térmicos. La realidad es que vivimos en un clima favorable en el que no se da demasiada importancia a ciertas discontinuidades totalmente inconcebibles en países del norte de Europa.

Sin embargo, en el caso de las viviendas pasivas hay que prestar una atención similar a la solución de detalles constructivos conflictivos – como son encuentros forjado-envolvente y abertura-muro. A esta problemática se le suma la generación de humedades en estos puntos, puesto que el encuentro de un punto frío en una superficie cálida propicia condensaciones, lo cual resulta dañino para la salud.

 

9. Usar el efecto invernadero

 

El efecto invernadero consiste en la disposición de superficies acristaladas estancas que permiten que el calor del sol entre pero ya no vuelva a salir al exterior, por lo que se almacena en el interior. Así pues, gracias a este mecanismo podemos generar un sobrecalentamiento del aire interior de una galería o almacenar el calor en paramentos de gran inercia situados estratégicamente para que al caer la noche podamos aprovechar esta energía. Evidentemente, se trata de una estrategia que en verano no nos interesa para nada, por lo que debemos proyectar algún mecanismo de protección solar.

 

 

10. Generar aporte energético restante renovable

 

Acabamos las 10 claves para construir una casa pasiva del mismo modo que hemos empezando, recordando que el objetivo de una casa pasiva debería ser el ir hacia el gasto nulo de energía y no sólo la substitución de esta por fuentes renovables. Es por eso que venimos hablando de métodos pasivos hasta éste, el único punto que habla de mecanismos activos. Es cierto que nuestro clima puede fácilmente generar situaciones de confort mediante métodos pasivos, pero servicios a los que estamos acostumbrados como la electricidad y el agua caliente hacen necesario un pequeño aporte energético.

Las estrategias de generación activa de energía dependen de cada proyecto, ubicación y demanda energética tanto de frío como de calor, no es lo mismo construir una casa en las Islas Baleares donde gozan de un clima excepcionalmente cálido que en la Sierra de Madrid, donde la demanda de calefacción a lo largo de todo el inverno será mucho mayor y el aporte solar insuficiente.

Aquí también entra en juego las necesidades de cada familia, así como el presupuesto disponible, las opciones de generación de energía son muchas y pasan desde conectarnos a la red a través de una compañía proveedora de energía que garantice una generación limpia a través de plantas renovables hasta la autosuficiencia energética vía placas fotovoltaicas o termodinámicas para generar electricidad o agua caliente.

En este sentido, cada proyecto debe valorarse a medida y sobre todo en estrecha colaboración con la familia, respetando sus necesidades – de nuevo no es lo mismo una familia con niños pequeños y miembros que trabajan desde casa que una pareja sin niños que pasa todo el día fuera. El funcionamiento pasivo y activo de una casa pasiva depende del uso que se le de.

Como siempre, recordaros que para ampliar información o si tenéis alguna duda adicional sobre las claves para construir una casa pasiva, podéis contactar con nosotros vía email o teléfono en nuestro estudio de arquitectura sostenible en Barcelona.