Slow life como punto de partida
Casa en la Ametlla

esta casa pasiva en Ametlla del Vallès parte del encargo de una familia con una filosofía slow, que disfruta pasando tiempo en casa y apasionados de la música.
Los promotores de esta vivienda son una pareja con dos niños y uno en camino que llega a nuestro estudio cuando estaban esperando al primero de ellos, con una ilusión tremenda por iniciar un proyecto de vida y con una filosofía muy acorde a los valores del estudio.
Cuando nos conocemos ellos todavía no han comprado el terreno, así que nuestro equipo les acompaña desde los primeros pasos, revisando a nivel técnico y legal el terreno y acompañándolos en cada una de las fases de diseño y construcción.
Acaban adquiriendo una parcela en Ametlla del Vallés, una pequeña y tranquila localidad en la zona norte de Barcelona. El terreno se encuentra en una urbanización bien conectada con el centro y se erige sobre una pequeña colina orientada a sur. Además, dispone de cierta pendiente que nos permite conseguir magníficas vistas y asoleo pero que también supone incrementar la complejidad técnica de la implantación al tener que salvar un gran desnivel desde la calle hasta la zona donde se ubica la planta principal de la vivienda.
Además de disponer de una pendiente pronunciada, el terreno tiene un talud de varios metros en la calle de acceso. Aún así, se decide ubicar la casa a cierta altura en relación a la calle para mejorar la captación solar y las vistas, y junto a la familia valoramos in situ el lugar adecuado para implantar la vivienda.
Decidimos ubicar la casa en una zona intermedia para evitar subir demasiadas escaleras pero a la vez encontrar la mejor ubicación en un tramo de terreno con menor desnivel que nos permite construir una casa semi-enterrada de forma que conseguimos solucionar todo el programa en una sola planta.
La estrategia de proyecto parte de analizar todas las opciones posibles y optar por la más favorable. En este caso, nos encontramos con un terreno alargado que se extiende de forma longitudinal en la dirección norte-sur y que nos obliga a buscar una solución para garantizar el aporte de luz y calor a todas las estancias. Así, optamos por priorizar la solución de la casa en una única planta compacta que mejore la eficiencia térmica del conjunto. Para solucionar el asoleo en las estancias posteriores, añadimos un patio central que funciona como amortiguador térmico en verano e invierno.
Así, la casa está dividida en dos franjas mediante un patio cubierto a modo invernadero. En la zona sur, ubicamos el programa de estar, comedor y cocina, mientras que la franja norte contiene las habitaciones y baños. Las habitaciones de los niños, que tienen relación directa con el patio, comparten la zona de estudio que también es una zona de paso que permite rodear la vivienda.
El patio, que se protege con vidrio, funciona a modo invernadero y nos ayuda a regular térmicamente toda la vivienda, además de generar ventilaciones cruzadas en zonas de estar y habitaciones.
En invierno, el aire interior del patio se calienta a través del vidrio en la cubierta, según el efecto invernadero que atrapa el calor del sol pero no lo deja escapar. Este aire precalentado se introduce en el interior de la vivienda mediante microventilación en puertas y ventanas.
En verano, el patio se protege con vegetación y se abren los ventanales de cubierta de forma que se impide el asoleo directo y se genera ventilación. Además, el suelo de adobe natural acumula humedad del ambiente o inducida mediante aporte de agua directa que al evaporarse roba calorías al ambiente mejorando la sensación térmica de frescor.
Fotografías: Salva López
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