Slow life como punto de partida

Casa en la Ametlla

Fachada de casa pasiva en Ametlla

esta casa pasiva en Ametlla del Vallès parte del encargo de una familia con una filosofía slow, que disfruta pasando tiempo en casa y apasionados de la música.

Conseguir habitar con calidad de vida suficiente, dentro de los límites planetarios, sin agotar el presupuesto de carbono restante, de una forma justa y equitativa para todos los habitantes del planeta es la única forma de evitar una catástrofe climática.

Este debería ser el único objetivo de la arquitectura.

Y es que la primera premisa de la sostenibilidad es la reducción de consumo y esto se aplica también a la arquitectura. ¿De qué sirve construir con materiales naturales de reducida huella ecológica si la huella ecológica per cápita se dispara con grandes promociones de vivienda en la que los m2 por persona son desproporcionados, en las que el consumo de recursos innecesarios en forma de m2 extra disparan los cómputos de impacto medioambiental de un proyecto de construcción?

El inicio de un proyecto de arquitectura debería partir de un cuestionamiento de los metros cuadrados necesarios para vivir confortables, saludables y felices y con una consciencia social y medioambiental de que los recursos que vamos a consumir no pueden dañar la salud y el bienestar del resto de las personas que habitan este planeta ni ahora ni en futuro.

No vale plantear un proyecto desde la visión capitalista del planeta en la que las emisiones de carbono simplemente se envían a la atmósfera esperando que en el futuro alguien las asuma en forma de costes medioambientales y para la vida. Es preciso plantear los proyectos desde la responsabilidad social y medioambiental y desde la convicción de poder llevar a cabo un proyecto excepcional con los mínimos recursos necesarios para asegurar una calidad de vida digna y suficiente.

Este fue el punto de partida de este proyecto para una familia con 3 niños pequeños y una consciencia medioambiental excepcional.

Los promotores de esta vivienda son una pareja con dos niños y uno en camino que llega a nuestro estudio cuando estaban esperando al primero de ellos, con una ilusión tremenda por iniciar un proyecto de vida y con una filosofía muy acorde a los valores del estudio.

Cuando nos conocemos ellos todavía no han comprado el terreno, así que nuestro equipo les acompaña desde los primeros pasos, revisando a nivel técnico y legal el terreno y acompañándolos en cada una de las fases de diseño y construcción.

Acaban adquiriendo una parcela en Ametlla del Vallés, una pequeña y tranquila localidad en la zona norte de Barcelona. El terreno se encuentra en una urbanización bien conectada con el centro y se erige sobre una pequeña colina orientada a sur. Además, dispone de cierta pendiente que nos permite conseguir magníficas vistas y asoleo pero que también supone incrementar la complejidad técnica de la implantación al tener que salvar un gran desnivel desde la calle hasta la zona donde se ubica la planta principal de la vivienda.

Además de disponer de una pendiente pronunciada, el terreno tiene un talud de varios metros en la calle de acceso. Aún así, se decide ubicar la casa a cierta altura en relación a la calle para mejorar la captación solar y las vistas, y junto a la familia valoramos in situ el lugar adecuado para implantar la vivienda.

Decidimos ubicar la casa en una zona intermedia para evitar subir demasiadas escaleras pero a la vez encontrar la mejor ubicación en un tramo de terreno con menor desnivel que nos permite construir una casa semi-enterrada de forma que conseguimos solucionar todo el programa en una sola planta.

La estrategia de proyecto parte de analizar todas las opciones posibles y optar por la más favorable. En este caso, nos encontramos con un terreno alargado que se extiende de forma longitudinal en la dirección norte-sur y que nos obliga a buscar una solución para garantizar el aporte de luz y calor a todas las estancias. Así, optamos por priorizar la solución de la casa en una única planta compacta que mejore la eficiencia térmica del conjunto. Para solucionar el asoleo en las estancias posteriores, añadimos un patio central que funciona como amortiguador térmico en verano e invierno.

Así, la casa está dividida en dos franjas mediante un patio cubierto a modo invernadero. En la zona sur, ubicamos el programa de estar, comedor y cocina, mientras que la franja norte contiene las habitaciones y baños. Las habitaciones de los niños, que tienen relación directa con el patio, comparten la zona de estudio que también es una zona de paso que permite rodear la vivienda.

El patio, que se protege con vidrio, funciona a modo invernadero y nos ayuda a regular térmicamente toda la vivienda, además de generar ventilaciones cruzadas en zonas de estar y habitaciones.

En invierno, el aire interior del patio se calienta a través del vidrio en la cubierta, según el efecto invernadero que atrapa el calor del sol pero no lo deja escapar. Este aire precalentado se introduce en el interior de la vivienda mediante microventilación en puertas y ventanas.

En verano, el patio se protege con vegetación y se abren los ventanales de cubierta de forma que se impide el asoleo directo y se genera ventilación. Además, el suelo de adobe natural acumula humedad del ambiente o inducida mediante aporte de agua directa que al evaporarse roba calorías al ambiente mejorando la sensación térmica de frescor.

 


 

Fotografías: Salva López